lunes, 21 de mayo de 2007

Abril sin consecuencias


Entiendo y sobre todo valoro las justificaciones privadas, las que son casi un murmullo: abril está fuera de mi camino y el inefable rastro de vacío que ha dejado en mi cabeza merece el pedazo de día que quiero calcinar en su nombre, o en la ausencia de su nombre. Abril equivale, en la sumatoria de horas que he sabido acumular, a dos corazones o al mío. En abril he querido mucho, quizá suficientemente, pero no he terminado de perdonarme en esos intervalos.

La prueba es que esta vez, hasta ahora, mayo ha resultado más de lo que esperaba y, dentro de él, he resultado menos. Estuve a punto de voltear hacia atrás, de buscar garantías en rostros esquivos (en un cuaderno está escrito su nombre): me arrepentí de lo que no hice pensando que lo había hecho. Pienso, cuando no resisto más, en el juicio que ella va a acomodar cuando termine de escribir esto, cuando termine todo.

Abril se ha ido como un sueño, el más cierto después de por lo menos tres años.