martes, 31 de julio de 2007

Ver a Bergman


La película que menos he entendido (parte de una curiosa lista que mucho dice a fuerza de no haberme dicho nada más que una frustrante y alentadora confusión) es Faces, de John Casavettes.

Luego de ver a Bergman, sigo sin entenderla, pero me gusta más.

lunes, 30 de julio de 2007

Política de cabeza


Dado que la política es mundana y el mundo está en mi cabeza, algo de esta debe tratar la política. De ahí que mis opiniones hayan variado formalmente de las maneras que enumero a continuación:


1.- Parrafadas idealistas con mucha precisión en el uso de conectores lógicos y otras condiciones básicas de inteligibilidad. Duración: primeros dos años y dos meses.


2.- Párrafos más mesurados, de cuando en cuando interrumpidos por monólogos breves, relampagueantes, en los que los sentidos podían reordenarse dentro de parámetros explícitos aunque muy fuera de la discusión. Duración: un año.


3.- Preguntas falsamente ingenuas. Enriquecimiento de referentes históricos no siempre pertinentes. Decrecimiento del discurso de modo preocupante, mas no siempre percibido dado el incremento de los monólogos. Incipiente desprecio por el ágora, teórica y prácticamente. Duración: ocho meses.


4.- Silencios graves, malhumor, misantropía. Duración: cuatro años.


5.- Metáforas y aforismos de dudoso valor. Solipsismo grácil. Tierno. Una sola pregunta, inquietante: ¿me estaré volviendo radical? Una sola respuesta: no. Duración: hasta la actualidad.

sábado, 28 de julio de 2007

Otro número equivocado


-Aló.

-Dígame.

-He recibido una llamada de su número. ¿Quién habla?

-Debe de ser un error. ¿Su número se parece al 97817454?

Silencio estratégico.

-No. Pero, como dices, debe de ser un error.

-Seguro.

Pasan unos segundos más en los que ambos intentan entender la canción o los ruidos que suenan del otro lado de la línea. Ninguno tiene éxito. Ambos cuelgan.

In memoriam ella

De ella más que un par de canciones,
más que un par de momentos sabiendo que esas canciones
permitían la ficción de su presencia, simple
estado de cosas bajo mis pasos.
De ella menos que su voz
grabada con exceso en los lugares
en los que estuvimos sentados,
acurrucados a cien kilómetros uno del otro.
De ella más que las palabras
que quedaron fuera de lugar.
De ella menos que esto.
De ella más
que nada.

miércoles, 25 de julio de 2007

Hubo una vez un golpe

invisible, de un feto soñando sus manos, de un anciano en tablas con su memoria, de un dictador a horas de su muerte, de una mujer contra un hombre ebrio de fantasías, de un hombre contra una mujer, de un muchacho embarrado entre la miasma de sus celos, de un niño contra otro niño, de boxeadores,
aspaviento del aire,
invisible, frágil, risueño,
un golpe,
y frente a él
frente a frente
un mundo entero para recibirlo.

¿Fiat Lux?


La vista de la película descansa en la oscuridad de la sala de cine.

Reglas del juego


Te explican un juego, lo entiendes: sus piezas, las reglas básicas (con las que ganar o perder), a veces ganas, a veces pierdes. Ahora, ¿cuándo cesar en el cuestionamiento de las explicaciones?, ¿cuándo debes decir "entendí" el juego?, ¿es suficiente ese primer nivel?, ¿cuán pertinente es preguntar sobre la necesidad de que las piezas sean esas y no otras o por qué a los billetes del monopolio se les ha adjudicado ese valor o por qué el juego debe durar ese lapso o por qué juegan tantos y no más o menos?

¿Quien se hace esas preguntas es más listo o más idiota, entendió menos o quiere entender más?, pero ¿son preguntas por el juego mismo o por reglas anteriores a él (y, por tanto, innecesarias)?

Son preguntas, en todo caso, no tanto para los jugadores como para él o los creadores del juego, para quienes han resumido su esfuerzo creativo en un apretado decálogo de reglas y la dinámica de las diferencias en un puñado de fichas y un tablero que se puede patear. Y son útiles solo en la medida en que permitan un cambio (¿toda novedad es una mejora y viceversa?) o que precisen la necesidad de que ciertos aspecto no deben cambiarse a riesgo de empobrecer el estado actual de las cosas.

Quizá, entonces, no sea más idiota o más listo quien así se pregunta, sino solo el obrero de otro espacio, uno antes y también después de los artificios del creador.

lunes, 23 de julio de 2007

Insomnios de abril (parte 1)

Antes de que comenzaran los insomnios, durante todos los días y las noches que había pasado con Gabriela, Marco tenía la sensación de que las cosas iban por el camino correcto, aunque le costara bastante definir –cuando, en medio de la actividad más anodina (llenar un vaso con agua, retirar los protectores del retrete, revisar los niveles del auto) lo asaltaba una desazón difusa, pero constante e incisiva, por las escurridizas fechas del calendario, que sin querer sumaban ya más de un mes- exactamente los términos de ese acierto. Sabía que la relación era incipiente, que siquiera empezaban a conocerse y que estaban en esa fase en la que dos personas se sienten profundamente unidas pero se piensan aparte, y que, a medida que el tiempo siguiera pasando, las sorpresas serían mayores, que poco a poco estas dejarían de ser tales para pasar a ser el simple fermento de una rutina que no tardaría mucho en saturarlo. Aún sabiéndolo, Marco encontraba en ella un encanto que parecía soportar cualquier escéptica especulación sobre él, y que, por más absurdo que le sonara, parecía tener la cualidad de no aburrirlo. En principio, Marco había creído que era su plena juventud, porque fue precisamente eso lo que lo llevó hacia ella y, quizá, la causa principal por la que se arriesgó a empezar algo de nuevo, cuando solo unos meses atrás había jurado nada más que encuentros fugaces, algo de diversión para aligerar la resaca de su reciente estrepitoso fracaso sentimental.

Pero no era juventud exactamente lo que Marco encontraba en el menudo y flexible cuerpo de Gabriela. Ella era seis años menor que él –en abril próximo cumpliría 22- y su comportamiento no estaba ni un paso después ni uno antes del punto en el que temporalmente estaba ubicada. A juicio de Marco, Gabriela se encontraba libre tanto de la aberrante prisa por ser una arpía materialista –es decir, una adulta en sentido urbano-, como de la estúpida despreocupación o el falso candor con el que algunas mujeres jóvenes buscaban cubrir su ineptitud por afirmarse frente a sus parejas. Entre esos dos estereotipos, que eran los límites de lo femenino en el imaginario de Marco, Gabriela se paseaba con la soltura de una fantasía, y él estaba dispuesto a sacrificar más de lo que en un principio calculó como inversión necesaria para conservarla.

Gabriela, por su parte, consideraba a Marco simplemente como un hombre excepcional. Para sus fronterizos veintiún años, sus experiencias con hombres no eran pocas. Su primer novio lo tuvo a los catorce, cuando todavía no vivía en la capital, a escondidas de sus padres, muy conservadores y creyentes de esa amalgama inestable llamada catolicismo provinciano, que combina los crucifijos con la lectura de horóscopos y una ética no exenta de pautas maquiavélicas y de ecos escabrosamente musulmanes. Sufrió todos los errores de las primeras relaciones y no fue la excepción a los lugares comunes. De cuando en cuando, todavía creía encontrar los rasgos de ese primer novio en ciertos tipos rudos que se topaba en discotecas o bares, y la desconcertaba hallarse mirando, un poco suspendida de la situación, esos rostros entre el ruido y el ajetreo de las noches capitalinas. A los diecisiete, tuvo su segunda relación seria, en el mismo año en el que terminaba el colegio, con un chico de su misma promoción. Se llamaba Hugo y era un chico bueno. A Gabriela le costó creer que hubiera chicos así en la capital, que amenazaba en todos los sentidos, y fue esa impresión más que un verdadero enamoramiento la que lo acercó a él. Quizá por eso Hugo sufrió un certero proceso digestivo dentro de la relación, y pasó de muchacho modelo a ser el tipo más aburrido del planeta, y con ello un detrito en el cada vez más veloz mercado de los afectos. Gabriela nunca lo recordaba, aunque el aburrimiento de los últimos meses de relación –duraron dos años juntos- la había marcado de tal forma, que para ella era el síntoma inequívoco del desamor. Después de Hugo todos los amores fueron veloces, sin que eso mermara su intensidad. Fueron experiencias en las que aprendió a equilibrar el puñado de lecciones un tanto borrosas que su adolescencia le había dejado, y a tentar algo semejante a las certezas.

El resultado era una mujer clara, a veces demasiado explícita, pero incluso en esos momentos respetuosa de lo que en última instancia ella creía que nunca debe negociar una mujer, su intimidad, y con una seguridad infranqueable que no estaba fundada en nada más que en su propia conciencia, lo que la hacía una mujer feliz en situaciones en que otras solo estarían cómodas. Esa claridad le permitía evaluar sin muchos aspavientos los cambios que una vida como la que ella disfrutaba le traía, y aprovechar lo mejor posible lo mejor que quedaba, sin que diera atisbos, ni superficial ni interiormente, de superficialidad o ligereza en sus pensamientos.

Marco apareció en un momento de su vida aún en tránsito, cuando varias decisiones serias esperaban una resolución que afectaría su vida inexorablemente en un sentido igualmente serio y por eso mismo teñido de esa aura tan siniestra que expele la madurez definitiva. Fue ese contexto el que la ayudó a entender la relevancia de Marco en su vida, el hecho de que no se había topado con un hombre común y corriente. Cualquier otro hubiera estorbado sus planes, y la hubiera colocado en el lugar que asumen los padres cuando pontifican la necesidad de olvidarse de los demás (y en parte, de uno mismo) para cumplir con los objetivos de la vida. Hubiera sentido con una nitidez insoportable que empezaba una relación (casi como sentir que termina). Marco, por el contrario, ingresó sin rituales de por medio, y ella siempre tuvo la impresión de que estaba regresando a un estado que había perdido y que ahora reclamaba el sitio natural que le correspondía en su vida.

Por eso, el día en que Marco le propuso mudarse a su departamento (cosa que Gabriela jamás había considerado como posible en el corto plazo, algo de la educación de sus padres subsistía en sus prejuicios), una tarde de helados y conversaciones ligeras, ella le dijo que sí, como si se hubieran citado para hablar sobre el tema y ella hubiera meditado en las últimas semanas sobre el sí o el no, cuando en realidad era una situación cuanto menos sorpresiva.

-Si me mudo a tu casa, debo rehacer mi rutina y supongo que tú también –dijo Gabriela, más allá de su propia preocupación. Comía su helado lentamente, como queriendo contrarrestar la velocidad de los cambios que se venían.

-Para mí no será un problema mayor-dijo Marco. Pensó lo que iba a añadir y prefirió callarse. No le convenía traer a colación a Paola en esos términos y menos cuando ya había obtenido lo que quería.

-Tienes razón, es mejor verlo así –dijo Gabriela, sin saber muy bien a qué se referían sus palabras.

Luego, un poco más atenta a la situación, añadió:

-Me imagino que esas cosas se ordenaran con el día a día.

domingo, 22 de julio de 2007

Madurez



Aviso a publicarse pronto en postes y paredes de nuestra ciudad junto con la fotografía de los solicitados.


"Se ofrece jugosa recompensa en dólares a quienes traigan a la dirección Calle Monte Umbroso 101, Surco, al menos uno de los cabellos que se me han estado cayendo desde setiembre de 2005 hasta la fecha en centros educativos y bares aledaños a la avenida Universitaria, el último tramo de Javier Prado y parques y jardines diversos. El monto varía de acuerdo con la longitud del cabello y con su lozanía. No es necesario que se comprometan a colocarlos de nuevo en su lugar: su dueño solo quiere tenerlos cerca. Abstenerse advenedizos con pelos ajenos o fibras sintéticas. Se hará prueba científica para su comprobación."

Dos mil canciones (cartografía hoy por hoy)


Si digo que algunas son recomendaciones no digo nada: todo es de una u otra forma una recomendación (incluso las emanaciones emitidas por la vocecilla que mejor nos imita, esa, la de la cabeza), y más en este terreno, en el que lo anterior jamás se confunde con lo primigenio, dada la enorme presencia de los contemporáneos de cada hito, que a más trascendental más presente en ellos hacia delante. Sería más pertinente indicar, en todo caso y mejor que la fuente (radio, cine o televisión, de carne y/o hueso), su destino: todas son el "soundtrack" de mis peripecias inconexas (de hecho, la música de fondo asegura que, pese a eso, no piedar la conciencia de mí mismo), dádiva fácil (demasiado) a la que no me puedo sustraer y de la que me importa poco su enorme vulgaridad y repetición (sí, tú también crees vivir una película y, digo más, una película favorita).


La mitad, superpuesta a la condición anterior, casi, resulta de la curiosidad que, en este contexto, depende exclusivamente de una imagen en la que sostengo un lapicero concentradísimo en cada letras que es parte de mi verdad.


La mitad de la otra mitad perece en una hoguera cuyo humo satura insanamente mis pulmones y que muy poco tiene que ver con las censuras o las manifestaciones políticas. Repito: aquí la curiosidad está encerrada y, por tanto, mi compromiso solo puede ser alguna variante del masoquismo. Ella, no debía decirlo, pero lo digo, es la mano ejecutora.


El último pedazo, la segunda mitad de la mitad, en nivel diferente según ontologías en desuso, es mi máquina del tiempo y la forma más abstracta de las revistas con las que me autocomplacía en la adolescencia. Es increíble, y ahora lo noto, cuanto de mí y de mis imágenes de víctima y victimario se fueron cuando las rematé a un librero.


¿Dónde estarán? También eran como dos mil.

Fobias


a ser el hermano menor del mundo


a ser el empleado del mes cada dos meses


a ser un poco más victimario que víctima


a los pelos entre mis dedos


al ecosistema de los carteles que lo escriben con mayúsculas


a los edificios y sus lunas sin nada detrás


a los dueños de los perros y a los perros de los dueños


a despertarme siendo un experto en sintaxis generativa


a olvidar o a recordar solo lo pasado


a los personajes de cine en mis espejos


a ciertos domingos que empiezan en la noche y terminan en la mañana, en el trabajo


a las hojas de ruta que tan bien sé hacer


a mí cuando me traiciono


a ti hasta que me traicionas


al amor delatado


a la vida extraterrestre


al mañana de hoy y al hoy de mañana


a todo lo que está debajo


a las tarjetas de cumpleaños


a las malas intepretaciones hechas con buena voluntad y a las buenas interpretaciones hechas con mala voluntad


a la mentira que es ficción y a la ficción que es mentira


a los juicios, privados o populares


a las necesidades navideñas


al final de cada canción


a la competencia desigual entre personas y gente competitiva


a las caricaturas no profesionales


a la nostalgia sin pasado


a la continuidad de los parques


a cada una de mis fotografías


a ella, la que está lejos


a los héroes, intelectuales y políticos perfilados en los billetes


a las noches en las que he comenzado a pensar y me he quedado dormido


a las mañanas siguientes


a los inventarios


a completar la media noche


a mis manos cada vez más


a la diversión y a sus indomables esbirros


al corralito


a la posibilidad de todo gremio


a las malas artes y a las bellas

jueves, 19 de julio de 2007

Confesión de parte

Nunca había estado tan a gusto como aquí solo. Los demás, juntitos y de más, vistos desde, no son tanto la piedra en el zapato como el zapato que hace posible la piedra en el zapato: mis dedos sonríen la caída en el aire, la libertad y por fin poder hacer figuras de sombras sin la anestesia del cuero ni las mediaciones del jebe.

Creo, por fin creo, y, lo que es mejor, me olvido de que creo para creer por primera vez a cada momento. Pienso, por fin también, y, lo que es mejor, no sé cuánto, ni cómo, ni dónde, ni qué, ni para qué.

Quiero, me quiero solo y acompañado de tantos que sé que jamás me dejaran, que harán de la muerte un ritual con solución de continuidad.

En ese orden, por fin lo creo...

Creo-pienso-quiero que aquí solo hay todo: un cielo con techo debajo y Frank Zappa, las películas favoritas y el amor de mi madre y casi todos los otros desde ahí, escritura y lectura, vida sin envidia y envidia sin vida, teorías sobre todo lo que el universo ha dejado de ser o será cuando sea importante otra vez, un trabajo gustoso y un gusto trabajoso, sabores y olores saturados de ausencia, limpios, casi felices junto con los recuerdos que transportan, sí, el olor de las crayolas, las náuseas lejanas, los individuales apestando inutilidad, vida, vida por donde se le mire, escrita o no, vivida o no, vida, pensada, sopesada, corregida y aumentada, un descanso fuera de toda vacación, verdades crudas y cocidas, tus finales, que son mis mejores comienzos, mi vida, sí, mi vida, mi vida...

(Uno, de noche: no me traigas de nuevo, sea lo que fueres que me has dejado solo aquí. Quiero estar perpetuamente solo, creo, pienso.)

(Dos, por las mañanas: déjame siendo la simetría de mis formas, la altura que no sé alcanzar y me importa poco como altura, déjame intentarlo de nuevo recordando los apuros del nacimiento y la serenidad de la muerte bien venida.)

(Tres, sincrónicamente: ¿Cómo puedo explicarte que estoy aquí, por fin?, ¿cómo que prescindí de mí y estoy más vivo?, ¿cómo que me he reducido a nada y es suficiente?, ¿cómo que las palabras ya no tienen el refilón oscuro que me privaba de su uso cotidiano?, ¿cómo que lo paranormal es mi norma y que esta ya no existe?, ¿cómo que amo y me duele y amo?, ¿cómo que estoy acabando de empezar y empezando de acabar?, ¿cómo que como?, ¿como que cómo?, ¿cómo?)

Creo, pienso, quiero. Yo. En ese orden, sí. Yo. Por fin lo creo. Aquí. Más. Yo y de mí no queda nada, nada más que una parte.

miércoles, 18 de julio de 2007

Dispuesto


Ahora que lo pienso, a propósito de, estar dispuesto a escribir resulta solo de un qué decir, un qué decir que pesa e interrumpe, satura y con esas desdobla la conciencia. Yo me veo escribiendo para escribir, así como escribo para verme y en cada caso eso es algo que resulta en texto, algo dicho. ¿Qué presencia (en grado, en consitencia) adjunta ese resultado? No hay posibilidad de una psicología del arte en este nivel (posiblemente sí en cuestiones de respuesta, pero estamos hablando de los principios). Una metafìsica de la creación, como hijo de mi tiempo, me escarapela. Habría que ajustar cuentas con el prefijo "meta" y obviamente con la fìsica. Una semiótica de la creación cae mejor siempre que los esquematismos brillen por su ausencia: ¿semiótica trascendental, entonces?, ¿una en la que el signo depende de la conciencia y de la coincidencia antes que de la ciencia? Quedaría, más o menos, como una semiótica trascendental del signo patafísico, una paralógica de la creación de la coinciencia.


Su objeto: ese algo que es el todo de la creación (panteísmo en parte)


Su sujeto: el que escribe mientras imagina e imagina mientras ve (parte dialéctico, parte sincrético)


Su método: cualquiera que respete la temporalidad negada de la disposición totalizante del fragmento germinal (subliminal, enhorabuena)


El en sí de nuestro campo de estudio existe en la medida de que, y no más.

martes, 17 de julio de 2007

Veintinueve y medio


No tengo nada que escribir aunque lo escriba.

lunes, 16 de julio de 2007

Criaturas lunares y caricaturas seculares


Digamos que un dibujo se encuentra en un divorcio con la realidad si la realidad es más armónica que el dibujo o viceversa. Digamos también que las caricaturas son los dibujos que mejor representan el arte popular de las urbes desproporcionadas e hipermodernas.


Entonces, podemos decir que


1. las ciudades se están quedando sin habitantes


1.1. los habitantes no se han mudado: se han vuelto transparentes


3. quedan pocas fronteras entre la realidad y lo real


3.1 introspecciones

3.2 vigilias y sueños sin solución de continuidad

3.3 cierto color del cielo en las afueras


4. el siglo naciente merece cada uno de sus bocetos


5. los dibujantes pueden errar cada trazo, que estamos buscando anticipar el colpaso


5.1 sin verdad

5.2 sin historia

5.3 sin final

Conjugación de los días

anteayer dije que ayer era el día
ayer dije que hoy es el día
hoy digo que mañana será el día...


hoy digo

y ayer fue el día
hoy es el día
mañana será el día...

Traducción (2)


Forma retorcida: "Corrido sobre tus manos aun lo sólido es derramable."

Forma enderezada: "Se te cae todo."

Adiciones

x = 1
y = 2
x = 12
y = 121
x = 122
y = 211
x = 222
y = 333

x = 400
y = 401
x = 402
y = 500
x = 600
y = 1000
x = 1001
y = 2000
x = 2001
y = 3000
x = 4000
y = 5000
x = 5001
y = 6000

x = 9999
y = 10 000
x = 99 999
y = 999 999

x = 0 - 1

y = x

domingo, 15 de julio de 2007

Algunas sobre la felicidad por el Dr. MTC



  • "En nombre de ninguna otra palabra se nos ha permitido ser tan infelices como en nombre de la felicidad. No sé qué tiene de útil más allá de hacernos saber cuántos no son felices."




  • "Como el amor, la felicidad es un estado de ánimo parasitario: requiere de otros sentimientos (mucho más ciertos, identificables y relativos a lo que somos) para existir, aprovechándose supuestamente de sus mayores virtudes. Ni placer ni alegría ni tranquilidad... ¿Qué es la felicidad? Una confusión."



  • "La relación entre la intensidad de la felicidad y la simplicidad de sus usuarios es directamente proporcional, así como inversamente proporcional a su gregarismo."



  • "Dado que la felicidad colectiva le fue esquiva a su profeta y sobre todo a-la-historia-misma, los neomarxistas están agenciándoselas para prevenirnos no solo de que ahora lo será más, sino que, por si fuera poco el maltrato, ya ni siquiera podremos comprarla."



  • "Todos se sienten autoridad al citar a la felicidad cuando se acaba, pero nunca en explicarla cuando se envidia."



  • "Mejor que enseñarles a los niños que no siempre se puede ser feliz es enseñarles que no siempre tienen que serlo."



  • "Imaginemos que la felicidad está en la punta de la montaña más alta. Lo absurdo no es morir tratando de llegar hasta allí, sino la obscenidad de decir por qué se está subiendo."



  • "Ya se ha intentado N veces definir la felicidad. Me permito anotar que comenzar por el otro lado es más sencillo: la infelicidad es simple y llanamente todo esto."



  • "Durante siglos se pensó que sin la felicidad la vida no tenía sentido; ahora que se ha demostrado que la vida no tienen sentido de ninga manera, lo tiene menos echarle la culpa a esa palabreja."



  • "En las sociedades utópicas de sociólogos igualmente utópicos, la felicidad es la impronta de ciudadanos hechos en serie. La utopía reside en que no es posible imaginarse cómo se puede ser feliz en tamaña pesadilla."



  • "Los griegos, que siempre tenían la razón en la medida en que todo lo que hicieron y dijeron es tan difícil que no se puede hacer siquiera el intento de contrastarlo, dieron la mejor definición de la felicidad al compararla con el "florecimiento". Siglos después, seguimos tentando algún "fruto" a la altura de ese concepto."



  • "Los pasos para ser felices, a sabiendas de que entre paso y paso son necesarios no menos tropezones: repetirla mecánicamente, notar que en la repetición no está el gusto, criticarla, pensarla, postularla, meditarla, concluir su inutilidad, repetirla mecánicamente."



  • "La culpa en todo esto la tiene la sociedad, unos. La culpa la tienen el individuo, otros. La culpa realmente la tiene el lenguaje, es decir, la sociedad y el individuo. ¡Saquen esa palabra de aquí!"




  • "Felicidad de una actriz porno: follar de mala gana antes de hacer el capital suficiente como para compadecer a las que todavía tienen que debutar. Escalofriante coincidencia."



  • "Basta de metáforas. Para definir la felicidad no sirven las metáforas, porque esta es, en sí misma, la metáfora de la infelicidad".



  • "El placer no es la versión pornográfica de la felicidad, solo es su atajo por el cuerpo".



  • "Se dice que la persona más infeliz es la que no se permite ser feliz. La tautología de sus contrarios es igualmente estúpida."



  • "Lógica, léxicamente, la felicidad presupone todas las palabras que presuponen la felicidad, la esclavitud y otras miserias."



  • "Uno no nota que es feliz hasta que se ha pasado de la raya y es infeliz por haber estropeado la felicidad."



  • "La felicidad prolonga la vida en el sentido de que te da un sentido para morir."



  • "La felicidad está en todas partes menos en la felicidad. La infelicidad sí está en todas partes."



  • "Miente quien dice que conoce la felicidad: miente para ver si te deprime y con ello poder intentarlo de nuevo."



  • "No disocien la risa de la felicidad. Quienes así lo piensan sostienen que la risa es tarea del humorista y la felicidad del político. ¿Puede dársele legitimidad a dementes como esos?"



  • "Pueden buscarla dentro o fuera de uno, no la van a encontrar. La gracia de la felicidad, si es que alguna tiene, es que siempre está más allá."

  • "Todas estas frases no buscan otra cosa que no sea liberarnos de la tiranía de la felicidad... Algo así como la felicidad."

sábado, 14 de julio de 2007

El Dr. MTC por él mismo (1)


Reproducción íntegra de la primera parte de la última entrevista dada por Marco Tulio Capica en medios televisivos, sin las partes prescindibles, es decir, sin las preguntas del periodista culturoso. Pueden limitar su imaginación tratando de adivinarlas.


Respuesta: Podría resumirlo así: yo no respiro aire, yo respiro olores.


Respuesta: Si me dejas pensarlo un momento, tampoco te lo respondería. Pero podrías conocer mi cara mientras medito. Eso también es interesante.


Respuesta: Mi vida personal aparece en mis obras de la misma manera como las huellas digitales del ladrón en las escena de un crimen.


Respuesta: Se lo debo a mi madre, aunque no me lo creas.


Respuesta: Mira... No sé si ansiedad de la influencia... Ahora veo, sobre todo, ansiedad de la competencia. Es más vil y menos útil desde cualquier punto de vista.


Respuesta: Lo que he dicho está explicado en cada palabra y obviamente en todas juntas. Si te digo más, te digo otra cosa, y solo quiero decir lo que dije.


Respuesta: Me parece que es útil en la medida en que lo precedan algunas confirmaciones de otra índole, menos psicológica, si quieres. Solo así vale la pena tanto esa actitud como el centenar de enemigos que te compras con ella.


Respuesta: Admiro a muchos, pero sobre todo a sus libros. El escritor y el libro, cuando este es logrado, son realidades disociadas en casi todo lo que hace del escritor una persona decente. Por eso me puedo llevar bien con los libros, pero difícilmente con los escritories.


Respuesta: Vale como respuesta la que te di hace un momento.



Respuesta: Sí, esa.

Respuesta: Puede ser. Te regalo la posibilidad.





Respuesta: Siempre que entiendas por paz no una quietud de ánimo, sino la represión salvaje de la guerra.




Respuesta: El estilo no es otra cosa que la parametración absoluta de las decisiones escriturales. Lo que burdamente se conoce como inspiración es el caos y eso no es, nunca, libertad. La libertad puede surgir tanto de la rigidez más obtusa como del caos mismo, pero no es equivalente a ninguno de las dos. La libertad, como producto de una lucha, se gana constantemente y de manera más firme siempre que se conozcan las reglas que se están trasgrediendo.




Respuesta: ¿Alguien los conoce?... No lo tomes como un juicio de valor, por favor. Yo también soy un perfecto desconocido y sabes bien lo que opino de mi arte.




Respuesta: Porque tengo otras cosas que leer, simplemente. Las canteras de las que saco todo lo que escribo ya son, de por sí, inconmensurables. Hay aventura suficiente por esos linderos. Qué más puedo decirte... No somos eternos, ahí está la necesidad del arte, el hecho de que este sea tan atractivo e interesante, una constante pregunta por las miserias de la finitud y su negación atrevida y bastarda de por sí. Imagínate el arte de los dioses... Una pedantería absoluta y finales predecibles.




Respuesta: No tengo traumas más allá de los que me invento. El trauma es una facilidad de los psicólogos. Un grosería. Es como que el médico se detuviera en hacer teorías sobre los moretones, algo tan sencillo.




Respuesta: Estaba borracho.




Respuesta: También estaba borracho... y enfermo creo. Una de mis gripes anuales.




Respuesta: No, las borracheras son más frecuentes.




Respuesta: Trabajo en una novela, que es lo mismo que decir que no trabajo en nada en absoluto. Así es como las trabajo, distraído de su importancia. Si no, me queda muy solemne, tiendo a serlo. La vida es más grave y más cómica de lo que se presenta. Al saberlo, he deteriorado algunas de mis posibilidades estéticas. Por eso planifico mis proyectos con mucho cuidado, a sabiendas de que al primer indicio tremebundo puedo caer en pontificaciones absurdas. Es mejor que las palabras caigan solas, por peso propio, como una necesidad de la propia obra más que como una necesidad mía.

viernes, 13 de julio de 2007

Mito de Plumas y su corcel de plata (versión ene)


...la leyenda original se perdió antes de acaecidas las más altas acciones del joven Plumas, mientras las palabras tardaban en formarse entre los retardos del pensamiento casi curioso, totalmente seguro, los testigos menguaban por la falta de afecto -producto de la falta de efecto-, las lunas empañadas y la Luna empeñada de esperas en las que no cabía nada más y nada menos que Plumas, su perfil recortando la ciudad de su color, su boca entreabierta por admiración, susto y ese bostezo traidor de ilusiones.


Ahí, él era Plumas, pero Plumas no era él. Era otra cosa más sombría, algo que se iba antes y después, pero nunca en el momento en el que su ímpetu calzaba con sus mejores ideas, unas en las que el color brotaba gratis por las azoteas.


También música.


No había voz. Sobraba, en todo caso, algo que decir. Las palabras llegarían luego. Plumas seguía esperando no la redención de un trato benévolo de la memoria, sino un orden confirmado por las nubes: dibujaban pies, dibujaban alas, cierta vez su rostro en la misma posición en que miraba, o al menos eso pensó cuando vio la aglomeración de esponjas en tensión por no dejar de ser lo que eran.


En otro lado de la otra mitad de la ciudad, su corcel de plata aguardaba caprichosamente el asfalto. Se diría que estaba viejo, pero era pura espera el fermento de su letargo.


(Plumas veía las nubes. No quería volar.)


A veces su corcel de plata amenazaba a todo cuanto veía con una postración definitiva. A veces pensaba que era mejor dejar los ronquidos que animaban el silencio de sus noches para ser lo que toda máquina desea en última instancia: ser nuevamente mineral callado, siquiera piedra. Pero en ningún momento eso pasó la frontera del deseo ominoso, ese suplemento sano de la vida activa.


Prefería perder todo ruido en la carrera, asumir estados sin esas penas y sin esas glorias.


Pero la ciudad nunca nos deja en paz: su mayor virtud (cruel virtud) es juntarnos una y otra vez. La tarde en la que Plumas sintió la presencia de su corcel de plata anticipada por una culpa antigua, una vocación de atraso por el atraso mismo, corroboró los colores, la música y sus inconmensurables ganas de no volar.


Dejó atrás las nubes y ascendió con su corcel del plata hacia ningún lugar.


(recopilado y vuelto a armar por La Joven de la Perla)

jueves, 12 de julio de 2007

Algunas sobre ciencia médica por el Dr. MTC


  • "Todo excelente analista es, antes, un excelente enfermo."


  • "Los psicofármacos son casi como las peores drogas, casi como las peores medicinas."


  • "El continuo que va desde la vida más sana hasta un cuerpo putrefacto se detiene en el paciente."


  • "El color blanco recubre a los médicos en la misma forma en que el negro a los pacientes: como mera cuestión profesional."

  • "Se ha descubierto que los muertos descansan en paz siempre que hayan tenido vidas agitadas."

  • "Los pacientes de género femenino reciben mejor antención que los del género opuesto, porque casi siempre aciertan en el diagnóstico antes de ser siquiera contagiados."


  • "En las sociedades tecnocráticas, no hay parásito malo, sino huesped debilucho."

  • "Para el muerto, la frase 'muerte natural' es una tautología; la frase 'muerte por accidente', una contradicción cuando no una ironía."


  • "Las técnicas para la colocación de supositorios infantiles en niños basadas en el psicoanálisis freudiano recomiendan la aplicación del remedio alrededor de diez años después de sucitadas las fiebres. Las basadas en el psicoanálisis lacaniano no especifican el momento siempre que el niño comprometido sea ya un usuario estándar de su lengua."


  • "El fármaco creado para curar los males generados por la medicina moderna no saldrá al mercado, porque presuponía el uso indiscriminado de medicamentos, lo que reducía en gran medida el número de sus consumidores."

  • "Dos son los momentos en los que una persona presiente intensamente la muerte: cuando salva de morir y en el instante previo al fenecimiento."

  • "El diseño de las cápsulas, píldoras y pastillas está basado en el de ciertas legumbres por razones tan obvias como siniestras."

  • "La soledad no ha matado a nadie, pero los científicos calculan que en pocos años se habrá resuelto ese problema."

  • "La carrera de medicina se elongó pensando en que el mercado de la salud es pequeño; ahora se reduce pensando en que la vida lo es aun más."

  • "Si natural y culturalmente el hombre está enfermo, y el único ángulo desde el cual un ser humano puede verse como un ser sano es el de la medicina, la medicina no es ni un don ni un mito: es la versión profesional de un optimismo absurdo y lucrativo."

lunes, 9 de julio de 2007

Más canciones con océanos

orillas

ahogada,
comienza a esparcirte aquí!

vuelve:
cada plenitud ajena en estancias ajenas
es tu deuda y virtud de fragores escondidos:

-Nadie te vio salir. Nadar.

Nadie
vuelve
ahogada


última gota

Abriste el paraguas en el momento justo.

Casi todo era en el momento justo.

Verme.
Lavarme.
Enjuagarme.


piscis

Una voz ha querido que seas un nombre aquí abajo.

Yo, abecedárico,
sí con el abecedario a cuestas, pretendo la misma penuria:

Te saludo a gritos
a gritos me despido de mí…!

Debajo del agua las burbujas reemplazan las instrucciones que deberían acercarte!

Es gracioso,
lo sabes.

Me lo pides. Me acabo por completo.

-O así lo entiendo.-



El agua se apresura en su totalidad y ahí
El fondo de mortandad altera su enorme secreto de pasado del mundo.

(a punto de rendirme
un par de letras más)

(…)

Con otro nombre, te acercas.
Nunca fue tan innecesario un final.


Vaivén

La izquierda era nuestra dirección favorita. Caminábamos sin otra posibilidad de orden que girar hacia allá. Pero no nos sentíamos fatales: jamás la vi arrugar la frente cuando los pinos –los mismos pinos de la izquierda, siempre- repetían el tembleque estarse quieto de los vegetales y el viento. La novedad, viendo las cosas yo otra vez y otra vez tarde, en este después que me deja fuera de ella otra vez y otra vez tarde, debía estar en las historias que la hierbas parecían contarnos cada que los pies las arrugaban marchitando su soledad circular. Debían estar debajo, con los gusanos que esperaban nuestra concentración hasta el final, hasta el momento justo en el que se gastarían las expectativas –sí, las mismas- y quedaría solo la carne pegada una a otra –sí…- sin sueños, sin poder ver, pensar o contar memorias repetidas… Sin alcanzar el horizonte que nos prometía, allá hacia nuestra dirección favorita, un nuevo comienzo andando de espaldas a nuestros rostros deshechos por el frío.

domingo, 8 de julio de 2007

Cierto color, cierta soledad


-Solo y únicamente soy negro.

martes, 3 de julio de 2007

Alumbramiento de un astro

Primera instrucción del oráculo:
buscar, palpando las rugosidades del cielo
centurias
por venir,

(porvenir)

corroer su tan negada claridad!

primera condición del cielo:
desmenuzar la casualidad del oráculo
lo ojos postrados, sin dejar que los pies quepan

-sin más-

recoger a cambio las señales
que no tardarían en secarse o que no podrían ser menos
que las babas de una penosa libertad.