viernes, 30 de abril de 2010

Pedazo de vida este

La vida es una sola cosa más bien sencilla que al caerse de las manos tenemos que recoger en infinitos pedazos y vaya uno a saber cuál va con cuál, hay que tener mucha paciencia y a nosotros nos han hecho por sobre todo para apurar con la bocina.

De "Daysleeper" (1998)

I'm the screen, the blindin' light.

I'm the screen, I work at night.

jueves, 29 de abril de 2010

Tramas inconclusas

Dilatar el momento previo a las explicaciones hasta el punto en que sea necesario no darlas.

A veces se piensa

Y pensar que este mes estaba vedado por los mismos motivos que ahora me mueven a reventarlo de palabras. Y pensar, ojo, pensar.

Circa 11

Un agujero se abre y parece pasar todo. Imposible: el agujero tiene contornos. Todo lo que ha llegado, pese a su carácter profuso, tiene la misma forma. Problema: para explicar esto del agujero, mecanismo fantástico del bienestar y la comunión, tendré que esperar a que caiga una idea, ciertas palabras, a medida. Tengo la ligera sensación de que será mucho, muchísimo más grande. Ahora qué cambio...
Quizá la imagen... ¿Si fuera tan solo un ecozor osteopático espiritual, un burbuja perfecta en el centro de una manía? Y cada palabra una tendencia. Ya cada palabra una sombra de algo que todavía no encuentro o que solo es imaginable como eso, como algo que todavía no encuentro.

Glosas

Encuentro de dos mundos: la hiperintelectualización de la vida sentimental frizando un bienestar esponjoso y la vacía manía de sentir sin rumbo fijo de una mujer frívola, de una mujer.
Relaciones como esa y como tantas encasilladas en pequeñas representaciones al interior de una casa de reposo: en recuerdos, en nuevos encuentros (¿irónicos?) entre personas que, a su manera, han aprendido todo, pero que siguen siendo los mismo torpes ejecutores de toda la vida. Eso sí, repito: encerrados, entre murallas, lejos del "verdadero mundo", pero cerca de la muerte, del verdadero mundo.

En la cocina

-¿Por qué estás triste, Chris?

-¿La verdad?

-La verdad.

-Pienso en otro.

-Otro… ¿otro hombre?

-Sí.

-Ok, ya veo.

-¿Estás molesto?

-No, para nada. Es lógico. Nunca esperé… Nunca esperé ser dueño de todo tus pensamientos. De hecho, cuando lo he pensado, me ha parecido algo más bien negativo.

-¿La fidelidad?

-No, no, no me malentiendas. Está bien ser fiel. Fiel a lo que uno quiere y a lo que uno piensa. Eso nunca va a estar mal, al menos hasta donde me alcanza la imaginación. Me refiero a dejar correr las nostalgias, los pensamientos. Sería aburrido que todo confluyera en mí. Pensarte en el mundo me gusta. Y parte importante del mundo son precisamente tus experiencias.

-Ah, ya.

-Otra cosa es que venga tu ex y te invite a comer al chifa y aceptes y yo pase por ahí en ese momento y luego la fatigante obligación de montar la escena del caso...

Momento de reflexión de Chris. Par de segundos. Termina:

-Pero… ¿Y si fuera pollo? ¿Si, en lugar de invitarme al chifa, me invitara a comer pollo?

Yo, conmovido:

-Diablos, Chris. Siempre dejas las preguntas más difíciles para el final.

Algo de fe con azúcar por la mañana

Creo (sí) que ayer dios me dijo algunas cosas, es posible que todas falsas, pero de hecho todas hermosas.

miércoles, 28 de abril de 2010

Literatura y escritura

Voy al club: quiero ser literato. En la puerta, Dante me pide documentos, que Virgilio, el encargado principal, revisa al derecho y al revés y me da unos minutos para echar un vistazo, nada más hasta que no forme parte del club.
Por las canchas, Homero juega tenis con Shakespeare. Cerca de la piscina, Cervantes parece divertido con lo que le alcanza Dostoievski.
No sigo. Suficiente. Me he hecho una idea.
-Ni cagando -pienso-. Ni cagando.
Hago el camino de regreso azorado, pido mis documentos y doy las buenas tardes, ante la incredulidad de los celadores: nadie que recuerden ha salido con una cara como la mía.
Desde ese día escribo aquí en la calle.

Montaje o de cuán diferentes somos en la infelicidad

¿Cómo se puede ser feliz así? y miras de pies a cabeza.
¿Cómo se puede ser feliz de cualquier forma? y cierro los ojos feliz (de cualquier forma).

Día a día con las metáforas

Un jarrón bailoteando, un papel arrugado, una puerta que se cierra...

Hallazgo de uno

Acabo de encontrar un papel que, con letra apretada que reconozco como mía de hace tiempo, de hace un tiempo mejor, arruga hasta lo ininteligible su mensaje. Apenas se lee esto te salvará la vida y entre paréntesis guárdalo para momentos difíciles (también podría decir para momentos dactilares sea lo que eso sea y desde luego que no importa el sinsentido en una nota de esa estofa). ¿Una lista de nombres, que suelo escribir de corrido, o una advertencia o una premonición o todo ello y realmente me salvará la vida? La letra es fea, pero, pese a que me he jactado algunas veces de haberla embellecido y de que ahora más personas me entienden, me gusta así, me transmite un no sé qué de autenticidad. No logro leerla, sin embargo, y ahora no sé a quién le toca preguntar y a quién responder.

Obra

Terminé con mi vida, quedé satisfecho con los resultados, acomodé un par de cosas más, saqué un poco del polvo que cubría la superficie de casi todo. No podía evaluar objetivameten mi desempeño, no contaba con un criterio fuera de que no había nada más que hacer, de que no quedaba nada más que agregar. Cerré la puerta, coloqué un aviso todo amarillo y con letras negras muy claras ("En construcción") y me retiré más o menos orgulloso.

(sonaba Velvet, Lou canta como a punto de que nada le importe, nada importa, es tan hermoso...)

Dentro

Tengo los ojos cerrados, pero me arde la vista por el triste espectáculo de mis párpados.

Interlocutor

Haces trampa si me dices que lo necesito como al aire. Lo necesito, más bien, como necesita un tacho aquel que sale por la noche con un montón de basura en una bolsa y no tiene donde colocarla para que la recoja el municipal. Gracias, de todas formas, pero no en el sentido de muchas gracias y sonrisa.

Sobre estar aburrido

Una persona que se aburre es una persona que se estorba. Salte del medio en comunión con una cosa. Desde luego que necesitas talento. Se necesita hasta para arreglar un jardín. Y desde luego que tienes razón: te lo robaron desde muy pequeño. O vas por él o te lo cobras a ti mismo apuntándote a la cabeza.

Perdido y encontrado (diálogo)

Oye adónde te habías ido no lo sé bueno vamos adónde no lo sé.

Simulacros (había que llegar a la palabra esta)

Alguien, luego de haber recibido las instrucciones de darlas, le da a otro instrucciones de que las dé.

Perseguir el inicio de tanta línea, porque la línea es la imagen que nos define: unas, todas desde cualquier parte hacia cualquier parte, pese a que la coincidencia que soy no me garantiza más que como punto posible.

Tarea imposible, quizá coherente, ojalá divertida: a ver si enredo esto y ya no se mueven más.

Sistemas de recomendación, yo y mi otro yo

Entiendo la vida ahora en tiempos de información masificada para (ergo) seres masificados como una ejecución a pequeña escala de los grandes sistemas de recomendación que nos rodean, un resumen del universo de cosas dichas que siempre nos han producido como lugar de encuentro, pero que ahora multiplica sus centros sistematizándolos hasta el casi infinito, y por tanto nos deja atrás, muy atrás de nuestras esperanzas egoístas. Una vida minúscula de adolescencias de cintas mal grabadas era cien veces más breve, pero también mucho menos histérica, más lastimera, pero también menos virtual.
Así, nota para las máquinas del mañana: rodear al neonato de sistemas de recomendación de todo lo que la cultura es, laberinto hecho de puras salidas solo para que salga y salga "a su manera". Lo tendrá todo para ser...
...pero ¿hacia dónde?
Y es que lo que sigo sin entender es quién recomienda y quién pide la recomendación. Esos dos polos siguen siendo las dos nadas tantas veces discutidas. La información corre de un lugar a otro, deteniéndose en tantos instantes instrascendentes (nosotros, nuestros cuerpos que acumulan transidos de suficiencia las voces que son ecos) que ni siquiera juntos forman un mapa o un perfil.
Al final de mi vida, cuando Dios-Hacker, para quien todos los archivos están y no están ocultos, revise mi disco duro, solo encontrará algunas variables de combinación entre trillones de canciones, películas, libros y hasta momentos que fueron para todos, para cualquiera, variables repetidas en el pasado y pendientes de repetición. Mi cerebro latiendo encandilado, porque por fin, ya era hora de recibir los créditos por sus modestas, pero impecables simulaciones.
La huellas digitales borradas, no tendré mano que ofrecer, ni siquiera las disculpas del caso, y por supuesto nada que decir salvo te lo dije o te dije que alguien más lo había dicho.

martes, 27 de abril de 2010

The rockcracker o de la destrucción del mundo como producto social y como espectáculo

Dice mientras se pierde: ustedes no se metan: mi excelencia, mi poder, es un asunto entre las cosas y yo.

A gritos (segunda parte)

Por eso yo te digo cállate.

El abrazo de un moribundo

El presentimiento de la muerte solo se puede vivir. Si al llegar a casa te abrazan con amargura y sin abrazarte, haz de tus dos brazos cuatro, piensa en que quizá el tiempo lejos, para la otra persona, ha sido un terrible preluido.

A gritos

Todos buscan en la vida simplemente, con el sexo, calculadoras, la cultura o un disparo, simplemente, una forma de hacer bulla.

Premonición anacrónica

Mañana pensarás lo mismo que ahora piensas y, fortificado por tu endeble memoria, capaz incluso de borrrar este rostro que ahora te adivina, tendrás en la boca el dulce sabor de las primeras veces.

Frágil

Como un gran jarrón sobre un delgado pedestal, basta darle un pequeño toque para que empiece a bambolearse esbozando graciosamente su caída para la izquierda, para derecha, nuevamente la izquerda y la derecha nuevamente, en giros graciosos que parecen buscar brazos que podrían tentar una oportunidad, tan solo una, para manetenerse en su lugar, pero en lugar de eso solo el aire, la caída, en unos segundos simplemente nada más que un monton de nada.

Sumados en un árbol

Todas las fórmulas de acercamiento lo son también de disolución.

domingo, 25 de abril de 2010

Una buena explicación

Depende de lo que hagas entrar en juego: cifras, categorías, experiencias. Yo me explico como la coincidencia de un nombre y un apellido, pero también como todos los destinos individuales, sociales y naturales que se confabularon para acabar con todo menos con el lugar en que me tocó nacer.
Ejemplo: escena del coche entre JC. Romand y Corinne: la explicación es toda la novela y lo que pulula alrededor de los sentidos de la novela (un mundo, el nuestro, y otros más) y también, simplemente, el hecho, entre numérico y psicológico, de que JC era en realidad dos, hasta tres personas.

Cuando llega

La felicidad la busco, hasta quedar ciego, en los libros, para encontrarla luego, súbitamente y desesperado, en un olor, en una melodía.

Suicidio, instrucciones

A veces me veo como aquel hombre mayor que se acerca al corro de adolescentes y, en medio de una música que no termina de entender, dice sin molestia, quizá un poco aturdido y, eso sí, totalmente tranquilo:

-Sería bueno que la fiesta terminara temprano.

Como quien da un consejo o, mejor, como quien da las buenas noches.

sábado, 24 de abril de 2010

Que venga el humor

¿Alguien puede hacerme el favor de trivializar esto, por favor?

viernes, 23 de abril de 2010

La herida

te sangra hoy, te sangró ayer y te sangrará mañana.

Regreso

Como qué como un matiz en el clima: en el calor fastidioso de la mañana, una mosca que quema. O como la línea que no has entendido en el texto y cuya falta no notarás sino al final, si no nunca. O como el detenerse del rostro después del saludo.
O como el desasosiego.
O como una esperanza de fuga.
O como la fuga misma.
O como la fuga misma pero sin duda y sin mí.

Arte de no estar

Imagino un escenario copado, pero las butacas vacías y a una actriz mirando solo uno de los tantos asientos. Y también imagino un obra a punto de comenzar. Lleno total. Mi cabeza entre centenares esperando a que al menos un pedazo del escenario quede libre del decorado y los actores, esperando a que al menos me dejen un ladito para imaginarla.

jueves, 22 de abril de 2010

Funámbulo

Esto es lo que ella me cuenta. Yo estaba dormido cuando sucedió.
-Primero pensé que estabas meditando, pero la pijama me indicó que algo raro ocurría. En poco tiempo até cabos. Sin embargo, no te quise despertar inmediatamente. He oído en la televisión que es peligroso, así que me dediqué a cuidar de que nada te pasara hasta que despertaras, digamos, por iniciativa propia. En principio, Marco, me inquietó tu equilibrio. En cualquier momento, dormido como estabas, te me ibas al suelo por un lado de la banca. Pese a todo, no fue un verdadero problema: lucías muy bien sentado, la esplada recta, la cabeza perfectamente erguida por el cuello. Por eso te digo que primero pensé que meditabas. Ni despierto te he visto tan bien sentado. En fin, que el equilibro no parecía ser ningún problema. Luego el tema del frío. Plena madrugada, en medio de un parque. Una humedad que me daban pena hasta los árboles. El viento hincaba por los cuatro costados. La primera en despertarte iba a ser la neumonía. Felizmente, siempre salgo a correr con una sudadera de respuesto; te la puse sobre los hombros. Entonces, como reaccionando al contacto, empezaste a mecerte y, al poco rato, abriste los ojos. Digo "los ojos" y no "tus ojos", porque sabe dios de quién habrán sido. No eras tú, Marco, no porque no me reconocieras, sino porque simplemente esos no eran tus ojos. ¡Me entró un miedo! Al punto que dicidí irme. Con los ojos abiertos, al menos, ya podías conducirte. De hecho, me dije para aliviar mi conciencia, de alguna manera habías tenido que llegar hasta allí. Tu casa no está cerca del parque, tú lo sabes. Pues bien, caminé unos pasos, tratando de no darte completamente la espalda, para que veas cuán asustada me encontraba, pero cuando estuve a punto de dar la vuelta a la esquina se me paralizaron las piernas, quizá era el peso de una culpa retorcida, no sé. Lo cierto es que regresé, pero ya no tan cerca. Me dediqué a mirarte, siempre alerta, desde una banca cercana. Seguías sentado. Parecías sacar algo de tus bolsillos y echarlo a las aves, o quizá solo hacías el gesto. Como sea, algunas palomas bajaron, curiosas, a picotear el asfalto. Pasaste unos minutos en lo mismo. Luego me dio la impresión de que habías arrojado algo un poco más contundente. Algo de color negro. Sin atenuantes, me ganó la curiosidad e inmediatamente me acerqué de la manera más sigilosa que pude y, cuando estuve a la altura del grupo de palomas, vi que, en efecto, estabas echando migajas. Recogí lo que habías tirado un poco más allá, lo que me había llamado la atención. Era una pequeña caja con un anillo dentro. Un anillo de compromiso. Lo cogí y lo guardé antes de que alguien que pasara por ahí se lo robara...
La historia continúa en otros escenarios, pero las situaciones son más o menos las mismas. Desde luego, le creo hasta las comas. Tengo todavía el suéter con el que me cubrió del frío y el dolor de huesos que no pudo evitar. Además, ese mismo día, cuando me contó todo lo que había ocurrido y quiso devolverme el anillo, le dije que podía quedarse con él, que a mí ya no me servía de nada.

domingo, 18 de abril de 2010

El aprendizaje de la distancia

El ideal de la amistad es volvernos a todos animales los unos a los otros, relacionarnos de esa manera que pone en suspenso la decisión de sentir para solo sentir. Eso, lamentablemente, es imposible en una ciudad como la nuestra: hemos heredado el aprendizaje de la distancia precisamente para juzgar. No nos cansamos de pedir, entre bocinazos, condominios y preguntas retóricas, unos metros para respirar mejor, abrazar vía correo electrónico y decirnos hola y sobre todo adiós.

De El adversario (2000)

"Ese tipo está muy enfermo, los pisquiatras están locos por permitir que le juzguen. Él se controla, lo controla todo, así es como aguanta, pero si se ponen a hacerle cosquillas ya no puede controlarse, estallará delante de todo el mundo y le aseguro que será espeluznante. Creemos tener delante a un hombre, pero en realidad ya no es un hombre, hace mucho tiempo que ha dejado de serlo. Es como un agujero negro, y ya verá usted, nos estallará en la cara. La gente no sabe lo que es la locura. Es horrible. Es lo más horrible que hay en el mundo".

viernes, 16 de abril de 2010

Cuestión de orden

Si me acordara, te díría que fue una noche inolvidable.

jueves, 15 de abril de 2010

Las dos opciones

Ante los hechos, dos opciones, siempre. Pero vamos a lo nuestro: pergeñamos un textito, nadie lo comenta, algunos gestos negativos.

Opción 1: El texto es genial y nos envidian.

Opción 2: El texto es una mierda y la reacción es honesta.

Solución: la socrática.

Con ella, las dos opciones, en realidad, son una: nosotros. Y el mundo tendrá esa forma. Mira que no es poco.

viernes, 9 de abril de 2010

Inspiración/ expiración

Se escribe con el sonido de las cosas allá afuera y con el eco de esos sonidos acá adentro.

jueves, 8 de abril de 2010

Caricias virtuales (a veces eso hace daño)

Con los brazos cruzados, el saco de su sastre parecía una camisa de fuerza. Su rostro, sin embargo, había perdido cualquier atisbo de disgusto.

-Muy bien -le dijo una vez que pidió su café y el mozo desapareció entre la mesas.

-Muy bien -repitió él sin ironía.

Ella, que no había dejado de mirarlo desde que lo vio sentado con un libro al lado a través de la ventana de la cafetería, abrió los ojos de par en par. No, tú no. Tú no puedes...

-No qué. ¿Qué es lo que no puedo?-la interrumpió él.

Ella, con el mismo ímpteu, completó:

-Tú no puedes decir "muy bien". Ni siquiera lo he dicho yo. He querido decir otra cosa. No te hagas. Sabes a lo que me refiero.

El hombre se miró las manos antes de volver a sostenerle la mirada.

-Estás esperando una explicación-dijo él.

-Así es, estoy esperando una explicación-dijo ella.

Esto me va a costar, pensó.

-Yo lo veo tan simple...-tomó aire otra vez y otra vez lo volvió a exhalar como si estuviera cansado de hablar.

Ella aprovechó la pausa para recrminarlo. ¡Ah, claro que era muy simple! Su tono de voz indicaba el inicio de una ligera excitación. Se había estado aprovechando de ella. Era tan simple como eso.

-Pero quiero saber por qué, por qué si éramos amigos.

El hombre probó un par de cucharadas de su café, y con una anciana paciencia lo movió, una, dos, tres veces, y volvió a probarlo.

-No me he aprovechado de ti-recusó con una desidia inaudita-. Me he aprovechado de mi ventana y de que no corrieras tu cortina al cambiarte. Y, bueno, de ciertas coincidencias.

Esperó que la emoción de la mujer siguiera creciendo; en proporción inversa, la calma del hombre, que empezaba a parecer un tanto artificial, acumulaba tiempo alrededor.

-¿Coincidencias? ¡Pero si estabas armado con unos binoculares!-espetó categórica, buscando parecer una madre que recrimina a un niño irresponsable, más que la mujer indignada que era.

-Me refería al hecho de que te mudaras justo frente a mi departamento (hay decenas en este distrito y cientos en la ciudad), que la ventana de tu habitación diera justo frente a la mía, que la urbanística haya determinado apenas unos cuantos metros entre ambas y que todos los días te cambiaras justo cuando yo llegaba del trabajo-respondió sin hacer las pausas respectivas-. No es poco.

Antes de responder, la mujer esperó que se fuera el mozo, que había aparecido con la taza de café.

-Como sea, me estabas espiando -pese a la interrupción, continuaba con el tono tal como lo había dejado pendiente-. Eres uno de esos maniáticos pervertidos y todo este tiempo he estado confiándote cosas sin saberlo. Han sido años, Marco. Años. Y nunca pensé que fueras capaz de...

-¿Capaz de qué? ¿De mirarte? Todos estos años no he hecho otra cosa más que mirarte. Vestida, pero mucho más cerca de lo que están nuestras ventanas-acercó su rostro sobre la mesa-. Y lo voy a seguir haciendo, porque no puedo evitarlo y tú tampoco. ¿O qué piensas hacer cuando camines por la calle?, ¿usar un velo?

Ella se llevó la taza de café a los labios y se recostó en el respaldar del asiento, lo más lejos posible del rostro amenazante de su mejor amigo o de lo que quedaba de él. Distrajo su mirada en la carátula del libro. De mujeres con hombres, Richard Ford. Un par de sorbos después, continuó.

-No seas cínico, Marco, no conmigo. Esperaba una explicación convincente y una disculpa. Solo eso. Pero veo que no solo te escondes para mirar a tus vecinas mientras se desvisten.

Marco sonrió. Era la primera vez que parecía intentar una provocación.

-Es lo único que puedo explicar. Te miraba y, con los prismáticos, te seguía mirando. Y el porqué es el mismo: tu belleza: de lejos, de cerca, con ropa o sin ella. Son solo formas de tu belleza y a mí solo me corresponde mirarlas. Discúlpame, pero me gustas. A veces eso hace daño.

Dedicatoria

Pensaba llegar y encogerme al calor de una hoguera encendida con estas palabras, pero estás fría y tu nombre no me permite más que un reclamo vacío.

Contacto

Al mirarte desde la soledad de este encierro olvido mis ojos una vez que los he llevado a tu piel. Vacías las cuencas, como nuevo ser inhumano estoy de rodillas, supongo frente a ti si le creo a tu imagen, tan sin cuerpo como el aliento que empieza a empañar tu ventana.

Citar

¿Y si convoco las palabras de alguien que se parece a mí? ¿Qué fundamenta ese parecido?

Otra cita, tal vez; la locura del Quijote es solo la locura de ser.

Posesión

En la sociedades primitivas, posesión y propiedad se confundían, pero cuando el siglo XXI y yo elegimos mirar las cosas a través de una pantalla y me instalo los ojos de otro hombre, cuando desisto del vacío o lo considero el vacío de alguien, en fin, cuando, cansado del menosprecio de este cuerpo sin rumbo, me escudo en un libro muy antiguo y muy serio, solo estoy tomando el camino más corto hacia la posesión y la propiedad -juntas, robadas- de mi única desposesión original.

miércoles, 7 de abril de 2010

Brevedad

Tiendo a la oración corta. A la frase: una sola palabra. Tiendo al punto final.

Visitas (in)esperadas

Entre paréntesis la negación. Entre mis brazos la afirmación.

Contar

¡Otro abril! ¡Faltan ocho días! ¿Qué significa eso?

Que todavía sé contar.

Perder al tiempo

¿Buscar el tiempo? Prefiero perderlo, pese a que es una tarea verdaderamente imposible: está debajo de todas las piedras, sentado sobre ellas acabándose tu café e, incluso, si te das el trabajo de partirlas en dos, verás que el tiempo está mezclado con ese polvillo que ahora te mancha ligeramente las manos.