jueves, 30 de septiembre de 2010

Dos personas, un presidente

Dos personas más o menos de la misma edad con diferente vestimenta coinciden diariamente en el mismo lugar: uno lleva un terno nuevo y el otro unos jeans y una camiseta con evidentes signos de desgaste. La gente que a veces los ve juntos empieza a creer que se trata de un empleado y su jefe. Al hombre de terno primero le parece incómodo. Con el transcurrir de los días, lo considera curioso. Finalmente, empieza a creer que realmente es el jefe del hombre que coincide con él todos los días en el mismo lugar, pero con diferente vestimenta. Y así lo mira.
Hace, entonces, un experimento natural: se compra el traje más caro que jamás se haya hecho en el jodido mundo, y empieza a mirar a todos como antes miraba al hombre de jeans y camiseta.
Eso, más o menos, es ser presidente de una nación.

Alguien quiere dormir

El sentido de la metáfora de la palabra como fuego, como aguijón, solo tiene sentido si pensamos en el sonido de un teclado que retumba en los oídos de alguien que quiere dormir.

Continuidad de las islas

Me dijo en tu vida siempre has guardado silencio como si pudieras, en cualquier momento, intercambiarlo por algo.

Seguí callado. A ambos nos quedaba muy poco tiempo y lo único que yo quería era buscar algún tipo de continuidad con la muerte.

Crímenes

Sacrifican sangre de pueblo por una verdad, por un dios. ¿En virtud de qué?, primero, luego el clamor.

En virtud del crimen.

Borrador de la nada

Corrijo a veces insistiendo más de la cuenta en que esto es un borrador. Su estado perfecto, sin embargo, asoma con fuerza: todo aparece con una letra menos cada vez.

La metáfora

Si estipulo: hombres somos todos. Si estipulo: lo que hacemos es todo lo que hacemos. Si sigo dando vueltas sobre lo mismo, que nada es si no nada. He ganado una autoridad: la metáfora que todo lo divide en apariencia y realidad. Así pues, el hombre: hoy, quien escribe, sigue picando piedras.

En la orilla

A pesar de todo lo vivido, la marea del porvenir se agita nueva en cada uno de sus estertores de espuma. Prometiéndonos la infinidad de lo desconocido, convence a los desavisados del deber de llevar sus humildes balsas, absolutamente improvisadas y unidas más por pasión que por sabiduría, hacia la infinita sal que bajo el sol espera freírse sobre piel humana. A los escépticos no los toca más que por el contacto sutil de una sutil hipnosis: los sienta en la orilla, los reclama agentes de contemplación, los hace morir estáticos y sella en sus frentes arrugadas la fatalidad de la mejor filosofía: no hay nada que hacer fuera de vivir y morir.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Depósito de sal

Creces,
tan tímido,
un lugar donde tu sombra
libre del hogar que abrigó ilusiones
hacia el centro de un sinfín de hidrografías:
es suficiente con remar!

Erra tu mente
desprovista de los indefensos mecanismos del amor.

Adónde si no se dirige el tiempo
que rueda tus mejillas crepusculares
que cada día te cobra el plazo para alcazar
dichas sin quebrantos.

Adónde y quieres llegar...

Apenas has oído un grito y te supones
voz,
depositario de un destino tan negado.

Adónde.

Traje

Tomo el cuerpo
al tiempo lo voy dejando vacío de sí
desatento, hastiado, confuso
revoloteando queda solamente
por dentro el pudor de ciertas tardes.

Tomo sus restos
el traje vacío
hoy relleno de palabras.

Continuidad

Sigues hablando en lugar de pensar y queriendo en lugar de callar con los ojos abiertos las sombras del mundo que se arremolinan en tu pecho.

Actividad y sueño

Confinado al sueño eterno del que despiertas cada día más dormido
las ilusiones del concreto se desgarran entre jirones de nada
las vísperas consuelan la memoria como si se tratara de no andar
comenzando
como si se tratara de emprender aquello que sabes
no podrás.

martes, 28 de septiembre de 2010

El promedio

Cuando digo "Soy más ________que el promedio de personas", no estoy hablando bien de mí, estoy hablando mal de los demás.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Palabra para un lugar sin tiempo

Se me acaba el tiempo. Han sido tantas
las tentativas del ahora
y es ahora que el regreso se resiste a mi memoria
se resiste a este páramo de vicisitudes al pie de los árboles
donde se acicala una ausencia solitaria.

Se acaba, lo he cambiado ya por todo lo que tenía
que decir,
lo he creído conveniente
como un interminable comercio corporal:

es ahora que el cuerpo, sus manecillas cansadas
de habitarme me preguntan por tu calor y
es ahora que te pierdo, es ahora que me digo
se acaba el tiempo, se acaba.

Flores

Intelectualizar un gusto, recubrirlo con un barniz de inteligencia, hacerlo posible como un ensimismamiento comunicable, donde mi risa es tu risa y mi sospecha es el límite del mundo.

Al margen de todo ese ridículo círculo mental, las mujeres. Después de todo, a ellas les gustan las flores.

Reloj gerente

A su debido tiempo
todo carece de sentido.

jueves, 23 de septiembre de 2010

A la salida del teatro, invierno de 1989

Una blusa blanca estupenda. El blanco le quedaba tan bien le había dejado de decir él desde hace un tiempo difícil de precisar. Igualmente tomó la blusa en el silencio de la habitación y una bufanda negra como el resto de su ropa, casi un luto de no ser por los zapatos y el bolso rojos, aquella vez.
¿Cómo me veo? le preguntó ella; él respondió sin dejar de mirarse en el espejo, mientras se acomodaba a corbata antes de ir al teatro.
Y sin embargo aquella, la última vez, conversaron a la salida de un anodino espectáculo. Como dos personas que se quieren. Como quienes tienen de testigo a una noche muy negra y sin estrellas.
—Odio el teatro. Hice el esfuerzo, pero no puedo. Lo odio. —empezó él.
Ella lo dejó hablar. Miraba alternativamente el rostro de su compañero y la acera, quizá concentrada en el frío.
—Odio que finjan. Se nota. Es decir…—continuó él con un gracioso tono de convicción, totalmente desproporcionado en relación con la vacuidad de sus palabras.
Ella decidió entonces prestarle atención. Sus pasos eran firmes, como si en lugar de salir estuviera tratando de llegar a tiempo a algún sitio. Dijo:
—No fingen. Actúan. Los actores actúan. Los mentirosos fingen. —lo miró al rostro por primera vez desde que salieron del teatro— Y los actores no son mentirosos.
Él parpadeó incómodo, sintió una súbita ola de calor y el imposible color rojo de sus orejas encenderse. Y las cien veces que había dicho te amo. Tomemos esas cien veces. Hagamos cálculos. Fingir. Actuar. Vivir. Una progresión contaminada.
—Depende de cómo lo veas –respondió él de inmediato, como para sí.
—Todo depende de cómo lo veas. —se apuró ella sin disimular cierto fastidio—. Lo tienes que ver como teatro. Es teatro. ¿De qué otra forma quieres verlo?
Él se sobresaltó. Le parecía que estaba siendo un tanto drástica, pero finalmente así era ella con todo. La primera mirada. La blusa blanca. Como toda mujer, ella le había dado una sola oportunidad. A pesar de las apariencias, solo una cada vez, y a él no le había quedado más alternativa que seguir siendo él, lo que ella más o menos había aceptado. No se podía dar marcha atrás. De esa forma había querido verlo.
Él, a dos cuadras del estacionamiento en el que habían dejado el auto y un poco fatigado por un súbito recuerdo —tenían que pasar por el supermercado antes de ir al departamento—, le dijo, sorprendido por todo lo que se podía hablar a la salida del teatro:
—¿De qué forma?—buscó su mirada, buscó algo que le explicara el por qué de su excitación.
Ella seguía caminando con la mirada en otra parte.
—De qué forma qué.
Quedaba su auto y unos pocos más estacionados.
—De qué forma ves tú el teatro. No creo que sea tarde para aprender.
Ella miró su reloj, como si él se refiriese a una hora del día.
—Lo veo sabiendo que los actores no son los personajes realmente, pero sin tenerlo presente —un tono depresivo, tal vez estaba realmente cansada—. Me importa más la manera en que lo que hacen me puede hacer sentir cosas.
Pero se veía increíblemente bien. Tal como caminaba y como vestía, la gracia toda de su compostura le podía dar la licencia a cualquiera de hacer la misma apreciación sobre ella: quién era daba lo mismo: solo la manera de hacer sentir parecía ser importante… La primera vez que él la vio con una blusa blanca le dijo que el blanco le quedaba muy bien y se restregó contra su perfume. Los movimientos acompasados por los intentos de ser su mejor versión. A ella le había parecido bien. A él, la mejor experiencia que jamás había tenido con una mujer. De eso había sido ya un buen tiempo.
Esperó arrancar el auto antes de responderle.
—Pues es el mismo argumento que puede dar un mentiroso. Finalmente, les importa más el resultado de su conducta que lo que las cosas son.
Ella bajó el espejo del copiloto y empezó a revisar su maquillaje. Sin dejar de mirarse las pestañas, respondió:
—Ahora que lo dices, sí, es posible. Quizá todos actuamos, todos mentimos, quizá sean la misma cosa.

Yo puedo decir que el mentiroso, bien vistas las cosas, tiene un mérito mayor. El actor cuenta con la ventaja de un escenario. El mentiroso transforma todo a su alrededor en un escenario potencial. Además, la mentira nunca se acaba. Es eterna. Mucho más que la verdad. Las verdades se cambian unas por otras. Las mentiras apresan a quien las usa para siempre en sus laberintos de espejos. Por si fuera poco, la verdad se debilita cuando la ignoramos. La mentira, en cambio, se alimenta de nuestra infinita manía de no saber.
Él era él y ella, ella, y así sería por el resto de sus vidas, aunque ambos se aferraran tenazmente al olvido. Cuando salió del estacionamiento y dejó al auto deslizarse hacia el final de la noche, alzó la mirada, la vio bajo esa nueva luz y todo le pareció irreal. Sintió que alguna vez la había amado, pero le dijo te amo. Ella sonrió como nunca más lo volvería a hacer.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Saber y poder

Tomar conciencia de lo que te hace mejor es una muestra de sabiduría; comunicarlo, un acto de ignorancia, de prepotencia, de poder.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Dicho en términos sencillos

Si tuvieras que elegir entre comprar una cámara excelente, pero en cuyas fotos no apareces bien y otra de pésima calidad, pero en la que siempre sales bien, ¿cuál de las dos elegirías?

Buenas referencias

Cuando dices "El Perú avanza" y te refieres a tu barrio residencial, si bien el significado de la palabra "Perú" que ambos compartimos es el mismo, la referencia de nuestras palabras es muy diferente. Eso vuelve inestable la comunicación. En cierto sentido, que ambos sepamos lo que la palabra significa se torna irrelevante. La imagen de lo que mejora está incompleta en un caso y completa en el otro (adivinen en cuál). La referencia, al parecer, es más importante, en algunos casos, que el mismo significado. Al punto que llega a ser el límite entre la verdad ("Mi barrio/ mi familia avanza") y la falsedad ("El Perú avanza").

Se puede argüir: es un mal uso de la palabra "Perú". En ese caso, tengo la ligera sospecha de que usamos mal las palabras en muchísimos casos.

Se puede argüir: sucede particularmente con "Perú", porque es un nombre propio, y los nombres propios son pura referencia. Yo digo: tanto peor. Porque "Perú", propio como es, significa tantas cosas como el más común de los nombres.

Al parecer, tenemos un segundo problema.

Y es: ¿cuál de estas definiciones del siguiente nombre propio es más correcta?
  • "Juan Campana es mi hermano"
  • "Juan Campana es el nombre de mi hermano"
  • "Juan Campana es un ser humano que mide A, pesa B, tiene los ojos C"
Y, complementariamente: la infinita cadena de significantes de la que hablan los deconstruccionistas, ¿no implica tratar a todos los nombres como nombres propios y a todas las definiciones como las equivalencias enlistadas en el párrafo anterior? Sabemos que un significado no es simplemente "algo que digo cuando me interpelan por el significado de una palabra", pero, ¿en virtud de qué lo sabemos? Las condiciones de verdad son solo una manera de devolverles a los usuarios lo que antes era de los diccionarios. Pero ¿en qué polos del circuito (emisor, receptor, canal, mensaje) se concentran las dosis mayores de la verdad?, ¿qué sitio tiene aquí la noción de verdad?

Confirmar al otro

Todos los seres humanos, por naturaleza, quieren saber. Pero lo desean para confirmar lo que sienten. Así, no quieren saber en general, sino de tal modo que puedan asegurarse de que lo que sienten tiene un valor cognitivo (sentir sin saber por qué es un poco insignificante, según parece). Podemos llamar a eso "saber como un acto de legitimación". ¿Te sientes de izquierda? ¡Seguramente lees autores de izquierda!

La verguenza de sentir solo por sentir la evitamos a toda costa (en parte, además, porque no podemos sentir sin convencer a los demás de que deben hacerlo así; para eso, necesitamos razones; nuevamente, el saber es aquí un acopio de bases culturales que fundamenten mis intereses, no el producto de una búsqueda legítima y honesta).

Si realmente deseáramos saber -en general, de verdad-, buscaríamos los libros y las personas que contradicen nuestros afectos, nuestras tendencias subjetivas, con vistas a no quedar encapsulados en nuestra perspectiva. Es decir, buscaríamos saber.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El todo y los libros

Absolutamente todo va a caducar. ¿Por qué uno no puede pasarla bien publicando unos libritos?

Ouroboros

La religión (sus aves, sus aguas, sus blancuras) nace del asco; el asco, de la disconformidad entre el calco que con tembloroso pulso intentamos y el ideal de todo movimiento. Ese ideal es producto de la religión.

Consumidores de prótesis

O quizá solo sean las ganas de dejar atrás el desconcierto: poner otra cosa en su lugar, siempre que sea material y pueda ser cambiada en lo sucesivo.

Horóscopos

En realidad, sí nos interesa conocernos. Todos estamos honesta y estúpidamente interesados en saber quiénes somos.

Políticamente

La diplomacia te permite odiar, pero en otros términos. Sería mejor acabar primero con el odio.

Digo

¿Cuánto vale una palabra? Hemos hecho un régimen político que la instaura por sobre nuestras capacidades: los contratos, las promesas, la fidelidad a uno mismo. Es demasiado para estos ladridos. El edificio social se edifica con cenizas; en el mejor de los casos, con arena. Porque, si soy lo que digo, a la primera contradicción dejo de ser. ¿O es la segunda?, ¿a partir de cuántas empiezo a irreconocerme?, ¿frente a quiénes?, ¿vale lo mismo una palabra frente al espejo que frente a un auditorio? Si no sabemos cuál es su valor, no sabemos cuál es el crédito. Y toda vida se vive al crédito.

Correo abierto

He descubierto que a mí lo que me gusta de la vida es esperar mensajes. Para eso, por supuesto, necesito una noticia que esté preparándose, tensa como una flecha, en otro lado. Necesito tiempo. Impaciencia. Que me prometan cosas. Que no las cumplan y que me las vuelvan a prometer con el arte de esta vez sí cumplo. Estar solo. Por que, eso sí: debo ser yo el destinador y el destinatario y en esa prestidigitación cuidar la atmósfera de la otredad, para que yo sea ese otro y ese otro sea yo sin remordimientos de por medio. Ahora bien, no todo puede ser armonía: en las distancias y diferencias, si bien no sería cómodo pelearme por completo, tampoco lo sería aburrirme con una sosa amistad que en todo coincide consigo misma. Es decir, es menester reconocerme en ese monólogo duplicado, pero también extraviarme. Después de todo, de lo que se trata es de esperar mi llegada, con la fe en que el perfil que asome entre líneas me sea totalmente familiar, pero que me cuente muchos secretos. El día en que no lo haga, seré una obra conclusa. La muerte es eso: un compendio de periódicos viejos y amarillentos mal amarrados en un basurero. La vida, por el contrario, es un sobre inmaculado, que asoma por el buzón, que espera ser abierto. Y tú sabes, siempre, quién lo envía, aun cuando no lleva nada escrito.

Honey, I'm Home

El ser humano es el único animal que puede naufragar sin salir de su casa.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Rutas

Sobre la faz de las acciones
un paso incierto desmentido
(tenue atmósfera del amor
de cada vista mía lejano)
a la lumbre de una única estrella
brillando la esperanza de no ser alcanzado.

Aliento

Señalo tu silencio
con un dedo
en el espejo del baño
en él escribo nada.

De la mano del destino

Durante la infancia, el destino encarna las formas más inverosímiles: los padres, la mordida de un perro.

Variaciones Lisboa

Llegaré a la muerte, pero no a una conclusión.

jueves, 9 de septiembre de 2010

De El cuerpo (2002)

"La belleza dispone a la gente para soñar con el amor".

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Menos

una palabra menos y llegas:
una palabra menos y
una palabra menos
una palabra
una

solo

martes, 7 de septiembre de 2010

Introducción al waterpolo

La noche debería caer
como la sombra mayor
de nuestras penas

Y cada vigilia siguiente:
el estupro cotidiano del cuerpo
la sensación innecesaria de nosotros mismos.