viernes, 22 de octubre de 2010

Sin adiós

Ha sido tanto tiempo, madre, el dedicado al desamor de estas costumbres
tanta la paciencia con que has dormido a tus espaldas
resbaladizo mi yo de cenizas cubierto que, la verdad, ya no
estamos para darle los mañanas a la fuga o postergar
tras el mar de la inclemencia un beso, un abrazo,
madre, ya no estoy para cementerios, eriales de piedra seca,
ni mi mano para la flor marchita que fervoroso sujeto como si de tu mano se tratara,
ya no, madre,
hoy he dejado de estar listo.

domingo, 17 de octubre de 2010

Armar

Pueril rompecabezas
esta imagen tardía
vejez de una vida no vivida.
Enterrada
en un cuerpo que mira y duerme
palabra contra palabra retorciendo
albures
buscando en el revés del orden
la desarmonía perfecta.

martes, 12 de octubre de 2010

La revelación de las patillas ardientes

O sea que las abuelas eran budistas y del tipo zen, porque a fin de educarnos obviaban los infinitos argumentos pedagógicos actuales al preferir una muda ración de cocachos iluminadores.

Motivos (de los) intelectuales

Toda acción racional depende de un esquema y todo esquema remite a una genealogía de modelos cuyo arquetipo se anida en el centro de ciertas escenas más o menos infantiles en las que hemos padecido un tristísimo protagonismo seminal.

Opinión de un budista zen sobre la redacción del Diccionario definitivo del budismo zen

( )

Eco

Hablas mucho
me dijo
callado.


La inmadurez de cierto occidente puede llegar al punto de señalar sistemas completos e inconmensurables (por ejemplo, el Romanticismo) como etapas de su supuesta madurez. La gradación de la que hacen que todo dependa (“solo se puede mejorar lo que se puede medir”) es la más notoria manifestación de aquella estrechez de sus límites, pues permanece siempre ajena al sentido de totalidad de ciertas doctrinas orientales que comulgan con el todo y reposan, inmutables, sobre él. A través de ellas sus practicantes alcanzan (a diferencia de los occidentales, que suben y bajan por escaleras de infinitos peldaños) la paz de la inmovilidad, la armonía por y para el amor cabal y fulminante que despierta en el ser la contemplación del instante que es todos los instantes.
*
Hasta dónde tendrá que llegar la locura de Occidente, hasta qué desproporcionado número sus locos y a qué nivel de desquicio en sus lunáticos ejercicios, para que se comprenda que el sufrimiento ese sin rumbo es solo una demanda desesperada de los excedentes de un sistema que se desentiende de lo único que debería atenderse: no los grados hacia una nunca demostrada excelencia o la acumulación de las cosas o la repotenciación de energías o los ciclos del carrusel de la vida, sino la simplísima identidad de la felicidad humana con la felicidad humana.

domingo, 10 de octubre de 2010

Patatarea

Poema en lenguaje de señas chino

jueves, 7 de octubre de 2010

Mundo y arena

Comentar un libro de ficción implica un mayor realismo que el ejercicio más riguroso de la ciencia. Después de todo, al hacerlo, se están confrontando significados. Analizar un grano de arena, mudo como es, implica un diálogo absolutamente ficcional.

Dos caras como una

¿Qué tipo de exterior es el interior?

martes, 5 de octubre de 2010

Ego

orbito como la chatarra astral
junto(s) con los enceres de nuestro último viaje
orbito como la mezcla de un círculo con un círculo
la masa de los sueños que comparecen al despertar
descalzo
orbito las milimétricos puntos de
un paisaje albo
la genialidad que nos excluye como pecadores y originales,
la reja herrumbrosa del jardín del paraíso
orbito umbilicalmente un nacimiento
orbito una disculpa por los improperios de la inercia
por mí
orbito mi cuerpo alrededor
orbito.

Problemas con el número dos

Todo problema en la medida en que problema
nace o muere según se diga o mire en el promedio
de los intentos, en la mediatriz de las esperanzas:
nos veíamos tan bien y ya ves:
un problema en la medida en que problema
exagero contigo soy un tipo exagerado.

Esto y aquello

De esto y aquello que por sobre la propensión de
la desmesura a incansablemente abrirse, por último, camino,
darse de sí como de cualquiera en medio
de tanto me hago a un lado que cansa de tanto
decir presente estamos contigo a cántaros
yo aquí, en medio de la nada, renuncio.

A la medida

la comida ya está servida una mesa
ese hombre es tu padre hoy
no me gustan las despedidas aeropuerto de Leningrado actual San Petesburgo


lo compré con el cincuenta por ciento de descuento billetes manidos
la muerte no se siente

morir
ya voy, madre

Sin título

Vulgando los despojos de tu inocencia
amago cada beso antepasado
como una oscuridad de vacilaciones
luminarias de un par de soles deslucidos.

Soledad exterior

En nombre de qué silencio
cantas.
En nombre de qué palabra
buscas el lugar
del silencio.

lunes, 4 de octubre de 2010

Pronombre personal

No pudiste vivir en vano. El
intento de dejar la vida
ardiendo en la memoria de los días
fraguó un surco
en cada una de tus manos
en cada una leíste: tu final
es una víspera.

El grupo 1, los otros y la pregunta por el sitio

La democracia es la política del ensanchamiento semántico y su pregunta clave es "¿me haces sitio?". Es, precisamente, el sistema del relativismo, porque solo la falta de certeza absoluta al respecto de lo que las cosas son permite generar un sistema en el que se discutan los límites de las categorías.
Para el conservador, las palabras son de una univocidad clamorosa: se desgañitan reclamando por el mito bíblico de una palabra originaria para cada cosa, como si Babel qué. Llamar a las cosas por su nombre es un derecho, pero, por como brilla a modo de lema conservador, no podemos más que aceptar que es una espada de doble filo. La familia es X, el ser humano es Y, la vida es Z, los seres con derechos son A, las leguas son B, la cultura es C (ontología y teoría de lenguaje cabalmente falseadas y, valga la palabra, falseantes).
En la democracia, en cambio, la familia es X hasta que el grupo 1 reclama su derecho de que sea X + 1.
Ahora bien, ¿en virtud de qué vamos a "pervertir" nuestras palabras, reflejo de un acervo "milenario"? En virtud de dos principios: el de la relatividad de las cosas (que valdría parafrasear como "la historicidad de los asuntos humanos", para no confundir esto con deconstrucción del discurso científico) y el de la conveniencia de la convivencia sin violencia ética. El relativismo no relativiza los asuntos humanos: estos son relativos en tanto humanos. Y la plasticidad lingüística se amolda a los deseos de los seres humanos: así se ha observado a lo largo de las diferentes etapas de la evolución humana: no hay deseos ni cuerpos sincrónicos. En ese sentido, ¿por qué el grupo 1 no podría reclamar un lugar dentro de esa categoría si lo hemos aceptado como parte de nuestra comunidad, si lo consideramos sujeto digno de voz? La otra alternativa es imponerle un léxico, pero ello iría contra el segundo principio: la ética no puede ser jamás una imposición, requiere un mundo de la vida en el cual florecer y ese mundo de la vida es autónomo.
En democracia, el léxico está abierto y la única condición para ser lexicógrafo es la presencia política. O sea, ser ciudadano. Cuánto cale tu propuesta en cuanto tal dependerá de muchos factores tan azarosos y tan necesarios como el éxito de una novela.
Lo que queda claro es que se puede discutir si familia puede significar X ó X+1, pero no se puede discutir que no es posible cambiar X bajo ningún concepto, en virtud de la estabilidad de los significados del sistema, porque eso implica salirse del juego democrático. Un mundo en el que nos aferramos a una sincronía absurda (hecha por la universalización de nuestro ideolecto y su posterior congelamiento... ¡Como si ese idiolecto estuviera exento de contradicciones y variables!) es cualquier cosa (y, sobre todo, peligroso) menos democrático. Porque, ¿quién va a fungir de sacerdote de las palabras?
En ningún caso podemos delegar un poder como ese a una sola persona. Al menos, no los que hemos aprendido que la consecuencia de ello es desastrosa.

Verdad

La pregunta por la verdad es primariamente política, porque es la pregunta por lo que debemos defender.

Vejez

Para los ancianos, es indigno adoptar el mercadeo sociolectal de los jóvenes (sobre aquello, creo, hay consenso). Para algunos, incluso, la lengua de los jóvenes es degradante per se. Los ancianos sabios, que son los que para este caso interesan, endulzan la extrañeza que les causa atestiguar la "reinvención" del lenguaje que realizan los adolescentes con la nostalgia de la juventud perdida. En esa actitud de distancia y cercanía al mismo tiempo ubico yo la actitud que diferencia el relativista histórico liberal del esencialista metafísico conservador. No es imposible para un relativista asumir el lenguaje del esencialista. Tampoco condena que hable de esa manera. Y sin embargo, ya no se está para eso, no se anda despacio para llegar primero.

domingo, 3 de octubre de 2010

Nada

Todo lo desconocido
tiene el mismo color
y el mismo sonido.

viernes, 1 de octubre de 2010

Patatarea

Hacer la explicación más compleja sobre por qué nos reímos de ciertos chistes.

Homenaje al monstruo

No sé por qué la figura de X, de contradicciones inconmensurable, me parece la de cualquiera, pero con la desventaja de la victoria de su ímpetu sobre la posteridad. Creo que Y, al desmenuzarlo, lo tilda de monstruo y contradictorio por miedo. Se nota el miedo en el historiador por estar frente a una figura profundamente humana: profundamente desagradable a la razón.

Cálculos

La falta de certeza sobre la autoría de ciertas obras es calculada. De esa manera lo quisieron las épocas pretéritas. Es así porque los accidentes de la vida diaria que son la vida misma hacen de cualquier persona indigna de sostener por sí misma algo tan importante como una religión con carácter normativo. Alguien lo notó a tiempo y ahora solo nos queda especularlo, porque ahora ya nadie se detiene a pensar en la virtud del autor, por la sencilla razón de que, en el espacio democrático, la voz, por sus pocas pretensiones y por el pequeño espectro de su interacción, es suficiente con ser una y libre. Pero créanme: esa ignorancia a posteriori es calculada.

La diferencia

La diferencia entre basar tu vida en la obra de un cohelo, en la Biblia, en el Quijote o en los sonetos de Petrarca, en el estado actual de las cosas y quizá siempre, no reside en ningún valor intrínseco, sino social. El círculo al que accedes con unos no accedes con otros. Por eso, de lo que se trata es de estar solo. Siempre.

Ausencia de centro

Ayuda la ausencia de centro a la comprensión, en la medida en que cada cosa ahí puesta obtiene el brío de la individualidad lograda. No ayuda, sin embargo, a la memoria, porque el reemplazo, si bien posibilita la emoción de la novedad y el afianzamiento de aquello con lo que se ha entrado en contacto, a mediano y a largo plazo es equivalente a la muerte.

Yo no podría ser actor ni Paul Johnson.

Los contemporáneos

Si entre mis contemporáneos hubiera existido una versión de mi yo actual listo para juzgarme, simplemente no habría sobrevivido. Me encuentro tan defectuoso desde ahora, solo bastaba que alguien pudiese dar con esta mirada y con algunas cuantas palabras para haberme reducido al polvo al que constantemente someto mis entusiasmos juveniles.

Salud

¿Cuántos intelectuales habrán perdido la vida o la razón en alguna galera, dejando el panorama del pensamiento o de la filosofía librado al azar de la resistencia física? Ese tipo de cuestiones entusiasman y aterran al mismo tiempo.

Otro punto de vista sobre el punto de vista

La posibilidad del punto de vista es, desde cierto punto de vista, terrible. El mismo puñado de intelectuales puede ser la encarnación del zeitgeist o el argumento para justificar el nacionalismo; luedo de convertirlos en fichas de un ajedrez mental de cafetería, un francés podría enumerar nombres para sentirse orgulloso de ser francés: en la segunda mitad del XVIII, nosotros. Y toda la abstracta admiración por el mundo de las ideas, tan si cuerpo, al tacho.
Así, el filósofo podrá tener el poder de desmantelar las cosas mediante el desgrane de sus presupuestos, pero el historiador podrá, como respuesta, desarmar los hechos de la historia sobre la que está parado el filósofo.

Cuadro

Mandar a pintar el cuadro-fotografía filosofo chino comiendo ciruela. En él debe figurar un anciano chino de pelo y barba canas, cara de filósofo, pues, comiendo una ciruela de manera un tanto simiesca, cogido y encogido sobre el pequeño fruto, como si el resto del mundo se hubiera caído, y con la expresión de haber sido captado haciendo algo terrible, mirando a la cámara de reojo sobremanera culposo. Blanco y negro, con las arrugas bien marcadas, primer plano.
La ironía reside en la culpa de un filósofo por tener un apetito tan humano como el que te lleva a comer una ciruela.

Capas

Capa sobre capa nos hemos escondido de un primer espectador, que hoy en día es cualquiera. Así: no mirar o hablar desde nadie: los demás como ellos mismos se proponen ya incluyen una forma de lectura, algunas vías clausuradas, pero muchas abiertas. Todos son libros o juegos con sus propias claves y reglas. Así: conocer primero. Lo peor es la prisa por encausar, juzgar o citar.

Disputas entre el yo y el tú

Pongamos por caso que yo soy a partir de Rousseau; pongamos por caso que alguien es a partir de Nietzsche. La pregunta se cae de madura: por qué ser a partir de X y no de Y: ¿qué hay detrás de la voluntad de la máscara? No hay principios de articulación para el imitador. La respuesta está, triste hado, en el Quijote. La respuesta está, tal vez, en nosotros mismos.

Separaciones y saturaciones

Donde algunos ven solo ego, Rousseau distingue amor propio y amor de sí. Hace la operación natural del intelectual: divide donde otros ven solo una cosa. La pregunta es ¿dónde queda hoy espacio para dividir? Todo está hiperdividido. Además, dado que las operaciones subyacentes al develamiento de la verdad están tan expuestas, ¿cómo seguir utilizándolas como si estuviéramos colocando una cosa delante de los demás, cuando lo que estamos haciendo es claramente una operación retórico-semántica?

Crítica

Las personas alejan con un simple calificativo a quienes los critican e inmediatamente dejan de conocerse.

Importancia de las palabras que importan (automáticamente)

En ese caso, pensemos en las preguntas: es el punto de apoyo del movimiento de todo el orbe. Y no pueden ser más ni menos que palabras.

Ahora bien, la pregunta es, también, un momento, un espacio. No es tanto alguien quien hace la pregunta, como el tiempo que se pregunta por sí mismo a través de ti. Así fue cuando alzaste la mano en el salón. Así será cuando viejo mires al cielo y preguntes, como todo niño, por qué.

Siendo así, la palabra, el lenguaje, existen para actualizar el programa este que llamamos mundo. Automáticamente. Y la belleza que despierta el ímpetu del tábano que se estrella contra lo ya dicho con dos signos de interrogación como único protector de cabeza no es más que la belleza del mundo, que gira sobre su propio eje cada que nos sentimos desfasados por la más pequeña de las incertidumbres.

El único agente es el tiempo.

Nota: la importancia de hacer una ontología con casos gramaticales y aprovechándose de la metáfora informática a la manera de los teóricos posfreudianos del sueño. Porque, nos guste o no, el mundo es una aparato que se mueve solo y nosotros somos, más o menos, baterías. Como alguna máquina que todavía no se inventa, pero pronto. Pronto.

Se lo acaba de inventar

Es mucho más meritorio llamar la atención con algo inventado que esgrimiendo el conocimiento de la realidad. Mientras que en este ejercicio solo se exhibe la memoria, en aquel lo hacen el conocimiento de las formas, el control de las expectativas humanas (conocimiento profundamente psicológico) y, en sí mismas, la forma y la nada.

Sincero homenaje al sueño o del sueño y el recuerdo

Durante una hora o dos cada noche nos volvemos locos inofensivos.
Martin Gardner

¿Por qué dedicarle unas palabras
al sueño en que he sido
una corbata
al canto de una nube,
por qué creer que en ellos hay
algo más que disparates
si el despertar es este
y despierto el sueño
no alcanza
ni a ser recuerdo?

El día en que en el sueño
me despierte
y la lógica sea para mí
el ocaso del tiempo y la memoria
ese día
con el lápiz al revés
improvisaré una lengua
y de sus conjeturas haré nada.
Ese será mi sincero homenaje al sueño.

Personaje y síntoma

Personaje: Quién podría pensar que el ignaro que llevaba dentro no era de ninguna manera un hecho primitivo, sino la elaborada versión de un ser que arrastraba décadas de espantos familiares, mal curados por colegios católicos de altas e inútiles paredes, jamás maculadas, ni es sus inferioridades, por las manos adolescentes que pretendían doblegar.
Síntoma: En el peor de los casos, el paciente verá correr su vida entre sus manos, como si de una ejército de hormigas infernales se tratara, y demandará el peor de los castigos para su propia impiedad, encarnada en la falta de paciencia acompañada con el síntoma definitivo de una úlcera.