Si alguna vez vivo, me gustaría que mi vida pudiera soportar como música de fondo aquella canción un poco larga, en dos partes, con un cambio de ritmo único, que comienza sin darse a notar como la maravilla que sobre la mitad se presiente, pero que, sobre el final, nunca, no es, se acaba.
Porque si alguna vez vivo, yo, no puede haber más que el sonido de mis propios silencios y nada tan vil como una generación o la pose ennegrecida de los que solo miran hacia arriba como si hubiera un abajo, como si qué, ellos, que nada son y mucho menos su insípida moda que es solo una total falta de imaginación.
Porque es preferible la desnudez.
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