Cierra los ojos y prueba mientras el corazón late sus últimos recuerdos y el tiempo desvive lo que tú, por ejemplo, malentiendes.
Verás. Respiración entrecortada por el sobresalto, por la ternura. ¿Son los brazos los que has estirado para encontrarte contigo mismo?
Una voz te instruye, quizá dos, no más de tres. En todo caso, no conviene que sean tantas, de lo contrario la intersección que las opaca entre sí será para tus sentidos un abismo, el final.
Cierra los ojos y prueba. ¿Tu corazón late?
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