jueves, 29 de abril de 2010

En la cocina

-¿Por qué estás triste, Chris?

-¿La verdad?

-La verdad.

-Pienso en otro.

-Otro… ¿otro hombre?

-Sí.

-Ok, ya veo.

-¿Estás molesto?

-No, para nada. Es lógico. Nunca esperé… Nunca esperé ser dueño de todo tus pensamientos. De hecho, cuando lo he pensado, me ha parecido algo más bien negativo.

-¿La fidelidad?

-No, no, no me malentiendas. Está bien ser fiel. Fiel a lo que uno quiere y a lo que uno piensa. Eso nunca va a estar mal, al menos hasta donde me alcanza la imaginación. Me refiero a dejar correr las nostalgias, los pensamientos. Sería aburrido que todo confluyera en mí. Pensarte en el mundo me gusta. Y parte importante del mundo son precisamente tus experiencias.

-Ah, ya.

-Otra cosa es que venga tu ex y te invite a comer al chifa y aceptes y yo pase por ahí en ese momento y luego la fatigante obligación de montar la escena del caso...

Momento de reflexión de Chris. Par de segundos. Termina:

-Pero… ¿Y si fuera pollo? ¿Si, en lugar de invitarme al chifa, me invitara a comer pollo?

Yo, conmovido:

-Diablos, Chris. Siempre dejas las preguntas más difíciles para el final.

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