sábado, 22 de septiembre de 2007

Identidad desconocida


Se trata de un caso repetido, pero interesante.

Un escritor fracasa redactando una primera novela, que hecha agua por todas partes: espacios poco significativos, giros argumentales gratuitos y carentes de expectativa, una filosofía mal enhebrada en parrafadas de monólogos sin el menor cuidado léxico... Sin embargo, un personaje, entre los tantos que se confunden o son la pálida versión de sus posibilidades, parece satisfacerlo, lo conmueve, no sin cierta justicia.

Pasan los años y, dada su patente falta de talento, decide abandonarse y ser él, el personaje que sobrevivió a la debacle, su único acierto como escritor y en general. Se comporta como él, adopta sus preferencias, ajusta sus modales a las parcas descripciones que de ellos se registraban en la novela: un poco de grácil misantropía, otro tanto de anarquismo sin compromisos, una aguda percepción de las circunstancias que lo redimen y que, precisamente por eso, evita.

De hecho, escribe, encuentra que esta vez la presión es menor, el personaje era un escritor fabuloso, un tipo tal que la escritura le emanaba como el sudor al resto de los mortales; hace de su vida una verdadera autocomplacencia.

Al final de sus días, cuando los otros personajes lo han desbordado y ha juntado tanto papel escrito como para hacerse un nombre en el medio -en el principio, en el final-, decide quemar todo, convencido de que esa era la manera más justa de terminar con un personaje, con un mal personaje.

El fin de la eternidad


Como ninguro de los anteriores, el año pasado terminó lentamente, con premuras ajenas y la mirada escampando fuera de los días que empezaban a ser de calendario. Sus últimos meses fueron una espera que me dejó más de una vez sin aliento por lo que vendría a mí y por lo que sabía que no podría dejar de ser en el caso de que las cosas se ordenaran, sea cual fuere la manera que les estaba reservada de antemano.


Di lo pasos necesarios; me dejé estar.


Había cierta belleza en la presión que el tiempo ejercía sobre lo que llamaba expectativas. El tiempo fue justo en cada movimiento. La madurez, mi lucha contra todo lo que ella quiere encarnar, nos enseña el camino en el que eso puede ser confirmado.


Ese año, hoy también, no ha dejado de ser un milagro suspendido en el aire. Por su misterio y por su revelación.


miércoles, 19 de septiembre de 2007

Casualmente


Las casualidades no suelen existir, y cuando sí, son sospechosas de la más cruda realidad.
(...la sombra de aquel animal lo acompaña desde que nació... Cuando logre verla, despertará coincidido...)

domingo, 16 de septiembre de 2007

Historiar

Hace ya varios días que no cuento una historia. ¿Una semana, un mes...? No sé exactamente cuándo ocurrió mi última narración. Diez días atrás, quise contar una visita al hospital: un par de rostros me sugirieron a los protagonistas, y un gesto esquivo e imcompleto el conflicto con el cual entramarlos. No pasó nada. Me identifiqué demasiado con su desdicha, quizá, o simplemente eran solo rostros para mí sin nada detrás, sin esa voluntad necesaria para hacerlos andar entre sombras. Apunte una frase enteramente cierta. Luego me sentí un poco frustrado, aunque la certeza de la situación fue bálsamo suficiente.

Dos días después de la visita al hospital, un par de amigos me contaron una historia sobre una pareja. Tenía todos los ingredientes para ser una narración atractiva (no faltama el amor ni la muerte), y también el potencial para crecer en varios otros sentidos (incluyendo la situación misma en la que la historia me estaba siendo comunicada). Me hizo pensar en que todos sentimos (siempre que todos seamos nosotros y sentir una forma muy exclusiva de decir nosotros) más o menos lo mismo, y que el talento del narrador descansa sobre todo en las modulaciones sobre las cuales todavía me reconozco incapaz.


Pensé sobre aquello un buen rato y hasta ahora. No puedo decir que me haya desecho aún del aura de tal confirmación. Lo más seguro es que procese con poco acierto todo lo que en ella hay. Espero que hoy, sin embargo, me sirva para contar algo. Como ayer, parece que sigo sin poder contar nada.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Canciones para sordos


Las películas hechas desde la rigidez del prodecimiento de un grupo de profesionales dejan al director en la condición de todos nosotros frente a las fachadas de los centros comerciales: no somos tanto agentes de una acción como un lugar para ella.

domingo, 9 de septiembre de 2007

La verdad en los estadios


Es sintomático que Dios elija pocos testigos.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Cuando los años se cumplen


1 septiembre

2 septiembre...


El tiempo no pasa: todas las demás cosas sí a través de él. Por eso, esta es una vieja crisis existencial y una nueva forma de entramparse en ella.


...este pudo ser el sexto mes de espera; ahora es solo seis meses menos de una cuenta regresiva, el revés de la profecía.


Hasta luego.