miércoles, 28 de abril de 2010

Literatura y escritura

Voy al club: quiero ser literato. En la puerta, Dante me pide documentos, que Virgilio, el encargado principal, revisa al derecho y al revés y me da unos minutos para echar un vistazo, nada más hasta que no forme parte del club.
Por las canchas, Homero juega tenis con Shakespeare. Cerca de la piscina, Cervantes parece divertido con lo que le alcanza Dostoievski.
No sigo. Suficiente. Me he hecho una idea.
-Ni cagando -pienso-. Ni cagando.
Hago el camino de regreso azorado, pido mis documentos y doy las buenas tardes, ante la incredulidad de los celadores: nadie que recuerden ha salido con una cara como la mía.
Desde ese día escribo aquí en la calle.

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