viernes, 22 de octubre de 2010

Sin adiós

Ha sido tanto tiempo, madre, el dedicado al desamor de estas costumbres
tanta la paciencia con que has dormido a tus espaldas
resbaladizo mi yo de cenizas cubierto que, la verdad, ya no
estamos para darle los mañanas a la fuga o postergar
tras el mar de la inclemencia un beso, un abrazo,
madre, ya no estoy para cementerios, eriales de piedra seca,
ni mi mano para la flor marchita que fervoroso sujeto como si de tu mano se tratara,
ya no, madre,
hoy he dejado de estar listo.

No hay comentarios: