lunes, 18 de junio de 2007

Evolución de las necesidades



En primer lugar, fue el cuerpo (constátese esta afirmación en dibujos rupestres o en documentales de animales en extinción). Entonces, aquí, primero, fueron los estados: estar al lado de alguien, encima o debajo; luego, nuevamente aquí, los procesos: niños originales, adultos hechos de glándulas, ancianos arrugados por dentro.

En segundo lugar, fue el alma (constátese esta afirmación observando con ingenuidad controlada y cierta circunspección los primeros versículos de su libro de cabecera favorito sea cual fuere la religión que profese, e incluya sin temor ateísmos recalcitrantes o gnosticismos superados). Aquí ya no hay primeros o segundos, sino simplemente negaciones de orden, paraísos artificiales: niños envejecidos, adultos adultos, ancianos demasiado sabios para ser ciertos: el espiral en el que hemos caído también demasiado. Si todavía se pretende una cartografía de esta etapa del desarrollo de nuestro soma, puede intentarse traducir un catecismo al lenguaje más pornográfico del que se sea capaz. Lo más probable es que la tarea sea intolerable desde el primer párrafo; Dios quiera que así sea.

En tercer lugar, nosotros (constátese esta afirmación con un encarte publicitario). Problema: la imposibilidad del aquí.

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