jueves, 16 de septiembre de 2010

Digo

¿Cuánto vale una palabra? Hemos hecho un régimen político que la instaura por sobre nuestras capacidades: los contratos, las promesas, la fidelidad a uno mismo. Es demasiado para estos ladridos. El edificio social se edifica con cenizas; en el mejor de los casos, con arena. Porque, si soy lo que digo, a la primera contradicción dejo de ser. ¿O es la segunda?, ¿a partir de cuántas empiezo a irreconocerme?, ¿frente a quiénes?, ¿vale lo mismo una palabra frente al espejo que frente a un auditorio? Si no sabemos cuál es su valor, no sabemos cuál es el crédito. Y toda vida se vive al crédito.

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