No sé por qué la figura de X, de contradicciones inconmensurable, me parece la de cualquiera, pero con la desventaja de la victoria de su ímpetu sobre la posteridad. Creo que Y, al desmenuzarlo, lo tilda de monstruo y contradictorio por miedo. Se nota el miedo en el historiador por estar frente a una figura profundamente humana: profundamente desagradable a la razón.
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